Una isla que alteró las relaciones entre China y Rusia durante 400 años
Una pequeña isla en la parte del Oriente Lejano de Rusia ha sido durante muchos años la manzana de la discordia con China. Esta isla, dividida entre Rusia y China, se encuentra a sólo cien kilómetros de Jabarovsk. Pero llegar allí no es una tarea fácil. Durante cinco meses un ferry conecta la isla con tierra firme. Pero en invierno lo retiran para que no se deteriore por el hielo. La gente entonces tiene que tomar un barco que pasa sólo dos veces al día y únicamente hasta que los primeros hielos cubren el río. Los habitantes de la isla quedan completamente aislados del mundo durante el largo invierno siberiano.
La disputa territorial entre Rusia y su vecino oriental, que duró 400 años, terminó cuando un trozo de terreno de 340 kilómetros cuadrados se entregó a China. La isla quedó dividida entre los dos países. La parte rusa tiene ahora el nombre de Ussuriyskiy, mientras que la parte china se llama 'Tierra del oso negro', aunque no se ven muchos osos por allí. Tampoco se ven muchos signos de vida. Lo que era el granero del Oriente Lejano ruso, que suministraba a las áreas vecinas pan, leche y carne, ahora es un lugar absolutamente desolado con fincas abandonadas y campos descuidados. Las fuentes oficiales dicen que aquí viven unas 500 personas, aunque a primera vista parezca increíble.
Un habitante de la zona, Vova Plokhov, lamenta que la mitad de sus amigos se hayan ido de la isla con sus familias y dice extrañarlos mucho. Antes la isla formaba parte de un área fronteriza, llena de fortificaciones. Pero los militares abandonaron el lugar hace cuatro años. Desde entonces, situaciones como esta se han hecho comunes.
Vladímir Bondarenko, un residente del lugar, cuenta que “los soldados y sus familias se fueron hace mucho tiempo, dejando los pisos así. Muchas personas necesitan un lugar para vivir y aquí un bloque de viviendas entero queda abandonado”.
La disputa territorial entre los dos países comenzó en el periodo de expansión de la Rusia zarista y la China imperial. En la primera mitad del siglo XX el asunto no era discutido por los vecinos socialistas. Pero cuando las relaciones ruso- chinas empeoraron en los años 60, Pekín insistió en revisar los acuerdos previos.
Y lo mismo pasó con otro territorio en disputa. En la isla de Damanski, en 1969, los sangrientos enfrentamientos entre guardias fronterizos soviéticos y chinos costaron decenas de vidas de ambas partes. En 1991, Mijail Gorbachóv y Ziang Zemin llegaron al primer acuerdo sobre la frontera. En 2004 las negociaciones terminaron cediendo una parte del territorio en disputa a China. Los habitantes de Jabarovsk parecen tener una posición unánime en su protesta contra esta decisión. Una vecina que queja de que “hay muchos chinos por aquí, y ahora que las islas les pertenecen, vendrán aún más. ¡Es una lastima!”
Pero, según los analistas, no es justo afirmar que Rusia haya sacrificado su territorio. Ellos dicen que la entrega ha sido un cambio bien pensado, que ofrece a Moscú mucho más de lo cedido.
Viktor Pavlyatenko, del Instituto de Estudios de Oriente Lejano, asegura que “ambas partes ganaron. Los dos países establecieron un nivel muy alto de confianza mutua. También se intercambiaron garantías de seguridad en la frontera. Esto les permitirá consolidar la alianza estratégica”.
Las ventajas de la decisión aparecieron sólo unos días después de resolver el asunto de las islas.
En octubre se firmó un acuerdo sobre la construcción del oleoducto entre Siberia y China que tendrá una capacidad de 15 millones de toneladas de petróleo al año.
Mientras que la historia del conflicto quedó en el pasado, el futuro de este pequeño trozo de tierra parece sombrío. Pero la influencia que ejerció esta diminuta isla sobre dos de los más grandes países del mundo, ha sido inmensa.