El Lejano Oriente de Rusia (también conocido como Extremo Oriente ruso), que se extiende por 2.000 kilómetros de oeste a este, ha sido duramente golpeado por una inundación sin precedentes durante los últimos días.
Las fuertes lluvias produjeron la crecida de los ríos y el desbordamiento de la presa de la central hidroeléctrica de Zeya, lo que ha dejado decenas de hogares bajo el agua.
Uno de los habitantes de la zona, Aleksey, explicó a RT por qué decidió quedarse, junto con su hermano Slava y su gato Syoma.
"Tenemos que quedarnos aquí para tratar de salvar lo que se pueda. No hay otro lugar en el que podamos vivir", lamentó.
Sin embargo, no todos los residentes están dispuestos a esperar a que el desastre acabe. De hecho, la mayoría de los habitantes afectados han evacuado la zona y se alojan por el momento en albergues temporales.
Miles de trabajadores de los servicios de emergencia y tropas del Ejército ruso se han desplazado a la región afectada para ayudar a hacer frente a la catástrofe.
Mientras tanto, los servicios médicos advierten que el estancamiento de las aguas podría poner a la población en riesgo de epidemias. Por ello, las autoridades regionales han instado a los afectados a extremar las medidas de precaución y a no beber agua sin hervir.
Según alertan las autoridades, las fuertes lluvias continuarán hasta el mes de septiembre.