Según medios locales, Abe se traslada cada mañana en una caravana de automóviles desde su vivienda en la capital de Japón hasta las actuales oficinas del jefe de Gobierno, situadas junto a la residencia oficial.
El asunto anteriormente salió a la luz, luego de que parlamentarios de la oposición cuestionaran si Abe sería capaz de responder rápidamente a las emergencias, si no vivía en la residencia oficial.
"Hay rumores de que en la residencia oficial ocurren fenómenos paranormales, ¿es cierto? ¿Eso le impide al primer ministro Abe trasladarse a la residencia oficial?", señalaba una carta de la oposición dirigida al Gabinete citada por medios locales.
"El cargo de primer ministro es un puesto con mucha presión. Así que el primer ministro debe trabajar en lo que él considera el mejor ambiente para su función", respondieron los portavoces del Gobierno japonés.
La residencia, situada en el corazón de Tokio, tiene un pasado manchado de sangre, debido a que ha sido escenario de revueltas, ocupaciones rebeldes y asesinatos políticos. Además, sobre el edificio pesa una leyenda que dice que por sus pasillos merodea el fantasma de un joven militar del Ejército Imperial japonés que participó en el fallido golpe de Estado de febrero de 1936.