El avión del proyecto AeroMartí, que trataba de transmitir para el pueblo cubano las anticastristas Radio y Televisión Martí, ya no se acerca más a las costas del país caribeño, poniendo así en evidencia que las inversiones de 24 millones de dólares que la Casa Blanca ha hecho para la difusión de la cadena estadounidense en los ultimos 6 años se han esfumado prácticamente en el aire.
Las señales emitidas desde fuera aún buscan cumplir su objetivo final: encontrar un receptor que capte su onda, pero son bloqueadas completamente por las autoridades de la isla, por lo que es y ha sido casi imposible encontrar Radio Martí en las frecuencias cubanas.
Para cambiar la mentalidad de la sociedad cubana, el Gobierno estadounidense ha enviado verdaderos flujos de capitales que se estiman en más de 500 millones de dólares en 3 décadas, pero no parece que sus inversiones rindan mucho. Los ajustes presupuestarios al fin y al cabo le cortaron las alas al AeroMartí, que existía desde 1985: los vuelos fueron suspendidos y el avión ha quedado aparcado en un hangar. Aun así, el programa ha dejado un agujero financiero notable y ahora muchos estadounidenses se preguntan por su costo.
"Ahora estamos viendo que la Administración de Obama, demócratas junto con republicanos, están lanzando fuertes recortes en servicios sociales, que van a cambiar el seguro social", explica a RT la situación en que se encuentran hoy los ciudadanos ordinarios de EE.UU. Gloria la Riva, política estadounidense vinculada al Partido Socialismo y Liberación.
Ante tales resultados, no puede dejar de asombrar la insistencia con la que la Casa Blanca sigue adelante con el grupo mediático Martí. Sobre todo considerando que se financia con fondos públicos estadounidenses. Sin embargo, los expertos lo tienen claro: el odio hacia Cuba siempre ha sido un buen negocio.
"Obviamente cuando uno se percata de estos gastos millonarios que no logran los intereses que pretenden en la sociedad civil cubana y se mantienen durante tres décadas, uno puede percatarse de toda la corrupción que existe, cuantas personas viven a costa de estos programas", comenta el investigador de historia de la Universidad de La Habana Alejandro Luis Perdomo Aguilera.
Sean cuales fueren las razones o los pretextos bajo los que se gastan estas cuantiosas sumas, no cabe duda de que en esta historia el contribuyente estadounidense es el claro perdedor, el que paga de su bolsillo unos proyectos efímeros.