Durante varios meses Snowden, empleado de la consultora tecnológica Booz Allen Hamilton en Hawái, subcontratada por la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. (NSA), pudo acudir a los archivos y sacar de allí lo que quiso sin ser descubierto.
Tras el escándalo del espionaje masivo de EE.UU. desatado por las filtraciones de Snowden, el Gobierno estadounidense empezó una investigación. Al parecer, Snowden consiguió eludir las barreras de seguridad establecidas en la NSA para evitar que personas no autorizadas accedan a ciertos documentos, según fuentes oficiales que han hablado con AP bajo la condición de mantener el anonimato. De alguna manera tampoco dejó rastros en los registros electrónicos que puedan revelar la información que miró o descargó.
Sin embargo, el viceministro de Justicia, James Cole, trató de defender a la NSA ante el Congreso el pasado julio asegurando que el sistema "tiene que superar una auditoría cuidadosa. Todo lo que se hace está documentado y revisado".
Pero si Snowden pudo eludir las medidas empleadas por la propia NSA para evitar robos internos, ahora la pregunta que varios expertos se hacen es cuántos empleados o contratistas también podrían hacerlo.
De cualquier modo, antes de refugiarse temporalmente en Rusia, Snowden podría haber compartido con la prensa miles de documentos secretos más, hecho que preocupa tanto a EE.UU. como a otros países implicados en el escándalo del espionaje masivo a los ciudadanos.
Así, el pasado 18 de agosto, David Miranda, pareja del periodista de 'The Guardian' Glenn Greenwald, que fue el primero en publicar los documentos filtrados por Snowden, fue detenido e interrogado durante nueve horas en el aeropuerto londinense de Heathrow cuando regresaba a Río de Janeiro. Las autoridades británicas confiscaron sus equipos electrónicos, incluyendo su teléfono móvil, el ordenador portátil, la cámara, las tarjetas de memoria, discos DVD y consolas de videojuegos.