"Estos sistemas no existen ya", dijo el director de Almaz-Antey, la empresa productora de estos sistemas. "Los hemos destruido completamente y hemos usado las partes que era posible usar para otras cosas".
Moscú y Teherán firmaron en 2007 un contrato por valor de 800 millones de dólares para el suministro de estos sistemas. En aquel entonces EE.UU. e Israel se expresaron en contra de este contrato.
Rusia no envió los sistemas porque las sanciones contra Irán que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó en 2010 prohibieron las ventas de armas modernas al país, incluyendo misiles, sistemas lanzamisiles, barcos, aviones y helicópteros.
La destrucción de los sistemas fue necesaria porque estos se construyen según un diseño individual para cada cliente y no pueden usarse para otros, comentó el director.
Por el incumplimento del contrato Irán interpuso una demanda de 4.000 millones de dólares en la Corte de Arbitraje Internacional Mercantil e Industrial de Ginebra contra Rosoboronexport, la empresa exportadora de armas rusa.