Por qué no se deben bombardear las instalaciones de armas químicas en Siria

No es posible bombardear de forma segura un almacén de armas químicas y hacerlo desaparecer, aseguran los expertos. Esto podría explicar el hecho de que un eventual ataque de EE.UU. probablemente sea dirigido a blancos sin armas tóxicas.
Sin embargo, ahora surge la preocupación de que bombardear otros sitios, basándose en las acusaciones de EE.UU de que el Gobierno sirio usó armas químicas, pueda liberar accidentalmente armas químicas cuya existencia desconocía el Ejército estadounidense porque han perdido la pista de algunos de esos agentes.

Varios expertos en armas químicas citados por The Associated Press aseguraron que bombardear depósitos de este tipo de armas podría matar a civiles en las cercanías en caso de un escape accidental de sustancias toxicas, y crear una catástrofe ambiental de larga duración.

Esto se debe a que incluso en condiciones ideales —lejos de la situación en Siria— los bombardeos todavía dejarían filtrar al menos el 20% o 30% del veneno en su forma letal. Y en Siria, los niveles probablemente serían mayores.

"Si uno arroja una munición convencional en un depósito con agentes químicos desconocidos —y no sabemos exactamente qué contiene el arsenal sirio— algunos de esos agentes serán neutralizados y otros dispersados", afirmó Dary Kimball, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, un organismo sin fines de lucro enfocado en todo tipo de armamento. "No los destruirá en su totalidad".

Es un caso clásico en el que la cura es peor que la enfermedad

"Es un caso clásico en el que la cura es peor que la enfermedad", dijo Kimball. Agregó que algunos de los supuestos depósitos están dentro o cerca de grandes ciudades como Damasco, Homs y Hama. Esas ciudades tienen una población combinada superior a los dos millones de personas.
 
Cuando se le preguntó si hay algún modo de garantizar la destrucción total de los agentes químicos sin una invasión por tierra para capturarlos e incinerarlos en una planta de procesamiento especial, Ralf Trapp, asesor francés sobre armas químicas y experto en el terreno, se limitó a responder: "No realmente".

Trapp dijo que para incinerar adecuadamente los agentes químicos las temperaturas deben ascender hasta los 2.100 grados Fahrenheit. Los expertos también señalan que los factores climáticos —especialmente el viento y el calor—, la hora del día, el tipo de agentes, su cantidad y la resistencia de los edificios son factores que influyen sobre la magnitud de los daños que podría causar un bombardeo.
 
Existe un precedente ilustrativo. En 1991, durante la primera Guerra del Golfo, Estados Unidos bombardeó el búnker 13 en Al Muthanna, Irak. Las autoridades calcularon que contenía 2.500 cohetes de artillería llenos de sarín, el mismo gas que se sospecha se usó en Siria. Más de dos décadas después el lugar está tan contaminado que nadie se atreve siquiera a acercarse.