En aquellas condiciones se dejaron en segundo plano las discrepancias con otros países, que empezaron a ser percibidos como aliados en la coalición antiterrorista, señala Yusin. "Entonces parecía que estaba naciendo una coalición de estados 'civilizados' contra los fanáticos islamistas que se situaban fuera de las normas del derecho y amenazaban a la estabilidad de la humanidad. Pero el idilio no duró mucho", sostiene el experto, que añade que en los últimos años las prioridades han cambiado drásticamente.
La vuelta
"La ola de revoluciones que aparecieron en Oriente Medio ha demostrado que EE.UU. ya no apuesta por políticos duros pero laicos, que fueron sus aliados durante muchos años", sostiene Maxim Yusin. "Washington dio la espalda a Hosni Mubarak en Egipto, y cuando lo reemplazaron los Hermanos Musulmanes, empezó a establecer relación con ellos. Durante la campaña en Libia los aliados occidentales lucharon codo con codo con los islamistas contra Muammar Gaddafi, y después los mismos islamistas asesinaron al embajador estadounidense Christopher Stevens. En Afganistán la Administración está ya lista para conformarse con el regreso al poder de los talibanes: lo importante es retirar las tropas de allí, y después sea lo que sea".Lo mismo está pasando en Siria: EE.UU. ha resultado no ser aliados de nadie salvo de la misma Al Qaeda: dos agrupaciones radicales de la oposición siria están vinculadas con Al Qaeda y no lo ocultan. Su objetivo es convertir Siria en un estado islamista, echar tanto a los chiitas como a los cristianos de Oriente Medio. EE.UU., que hace lo posible para derrocar el Gobierno, les facilita su trabajo.
"Me imagino cómo se sorprenderían los fanáticos suicidas que pilotaron los aviones el 11 de septiembre si supieran (…) que Washington ahora ayuda a Al Qaeda a alcanzar sus objetivos.