Washington favorecía la corrupción practicada por el régimen de Kirguistán
La Administración de Estados Unidos, deseosa de conservar a toda costa la base aérea de Manás –importante centro de apoyo logístico a las operaciones militares en Afganistán– hacía la ‘vista gorda‘ ante la situación alarmante, con los derechos humanos en Kirguistán.
Peor aún, el Pentágono de hecho consentía las corruptelas del régimen personalista del presidente Bakíev y de su entorno, ya que ni siquiera entorpecía los turbios negocios practicados por el clan familiar de los Bakíev en las tretas con el suministro de combustible a la base militar de Manás.
Esta fue la conclusión a la que llegaron los congresistas estadounidenses, en el curso de las deliberaciones parlamentarias sobre la situación caótica que sigue viviendo la ex república soviética del Asia Central.
Los diputados se fijaron, entre otros, en los claros indicios de casos de corrupción, en la aparición de no se sabe dónde ni cómo, de dos compañías -Red Star Enterprises y Mina Corp.- habían obtenido suculentos contratos (en total superiores a mil millones de dólares) del Pentágono, para el suministro de combustible a la base aérea. Estas compañías, según ha trascendido, estaban vinculadas con las actividades ilícitas del clan del mandatario. Los propios contratos, firmados por representantes de esas compañías y el Pentágono, abundan en flagrantes infracciones de las normas internacionales y norteamericanas.
El escándalo financiero, según parece, sólo empieza sus andaduras, porque la comisión investigadora del caso ya ha cursado correspondientes notas al Pentágono, al Departamento de Estado y otros organismos de la Administración, solicitando explicaciones y aclaraciones que podrán resultar dañinas para el prestigio de los EE. UU. en el exterior.