Según Charles Perrow, las partículas radioactivas que se filtraron de la planta nuclear de Fukushima en 2011 "serán llevadas por las corrientes marinas hasta la costa norteamericana". Sin embargo, el exprofesor de sociología asegura que, en ese caso, las consecuencias serán de baja magnitud siempre que se evite el consumo de los peces contaminados.
El verdadero peligro radica en la misma planta. En concreto, en el reactor 4, que necesita un enfriamiento continuo. En un artículo publicado en un diario estadounidense, Perrow advierte que si se frenara este proceso o si se produjera una reacción química inesperada, tendrían que evacuarse las poblaciones circundantes, incluida Tokio, donde viven más de 13 millones de personas. Además -dice- "habría una fisión nuclear que supondría una amenaza milenaria para la humanidad".
Las advertencias de este profesor coinciden con las de otros expertos que aseguran que la magnitud del accidente nuclear de Fukushima es incluso mayor que la de Chernóbil. El rotativo británico 'The Independent' daba en un artículo de 2011 las claves de por qué la catástrofe nipona superaba a la soviética. Ambas recibieron la máxima calificación en la escala de gravedad que se aplica a los accidentes nucleares.
En Fukushima el boro de todas las barras de combustible nuclear gastado se ha desintegrado y los trabajadores de la central se están preparando para sacarlas de allí en los próximos meses. Perrow y otros expertos están asustados porque en esta maniobra podría darse una reacción nuclear si las barras se juntaran demasiado, lo que -aseguran- conllevaría una nueva catástrofe nuclear.
"Fukushima es solo el último episodio de la peligrosa aventura que se inició con la radiación hace 68 años. Desde las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasiki, en 1945, hemos visto cómo se liberaba plutonio y otras sustancias radiactivas en nuestro planeta una y otra vez, y las autoridades han ignorado o trivializado reiteradamente los peligros que suponían", afirma Perrow en su artículo, tras señalar a los gobiernos de Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia, Alemania y la Unión Soviética (y ahora Rusia) responsables de ello.