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El Pentágono revela 363 defectos en el problemático proyecto del caza F-35
Inspectores del Pentágono revelaron un total de 363 defectos en el programa de desarrollo del caza multifuncional estadounidense de quinta generación F-35.
Según indica el informe del inspector general del Pentágono citado por el portal DefenseNews, "las deficiencias encontradas pueden afectar a las prestaciones de vuelo de esta máquina de combate y a su fiabilidad, así como causar un aumento sustancial del costo del programa".
Según el informe, los creadores del caza de ataque unificado (Joint Strike Fighter, JSF) F-35, la empresa Lockheed Martin y sus cinco contratistas, no prestaban "la atención apropiada al control de calidad de los trabajos", lo que contribuyó a un aumento de los gastos y a la aparición de fallos que cuestionan el cumplimiento de todas las normas de seguridad establecidas en el proyecto inicial de esta aeronave.
El Pentágono tiene previsto producir más de 3.000 cazas de este tipo, incluyendo a los que entregará a sus socios extranjeros que también participan en su desarrollo, que ya se ha convertido en uno de los proyectos militares más costosos del Pentágono.
Según los últimos datos del Ministerio de Defensa, EE.UU. ya ha gastado 395.700 millones de dólares en este proyecto iniciado en el año 2001 para la creación de un caza furtivo cuya explotación fue aplazada hasta 2016 debido a numerosos retrasos y problemas técnicos.
Varios analistas estadounidenses opinan que debido a los estrictos requerimientos para el nuevo avión impuestos en su mayor parte por el Cuerpo de Infantería de Marina, el F-35 no superará a aviones de combate rusos y chinos más viejos que tienen mayor velocidad y autonomía y son más maniobrables.
El director del programa de supervisión estatal del Proyecto Strauss de reforma militar, Winslow Wheeler, expresó en agosto que en un combate relámpago los F-35 son "demasiado pesados y están demasiado mal armados".
Desde mediados de los años 90 el Pentágono es totalmente dependiente del éxito del proyecto del F-35, diseñado para compensar la reducción de su flota de aviones de combate, diseñados y construidos en gran parte en los años 70 y 80, tanto los maniobrables F-16, como los blindados A-10 y también los AV-8B Harrier de los Marines, cazabombarderos de despegue y aterrizaje vertical de primera generación.
Según el informe, los creadores del caza de ataque unificado (Joint Strike Fighter, JSF) F-35, la empresa Lockheed Martin y sus cinco contratistas, no prestaban "la atención apropiada al control de calidad de los trabajos", lo que contribuyó a un aumento de los gastos y a la aparición de fallos que cuestionan el cumplimiento de todas las normas de seguridad establecidas en el proyecto inicial de esta aeronave.
El Pentágono tiene previsto producir más de 3.000 cazas de este tipo, incluyendo a los que entregará a sus socios extranjeros que también participan en su desarrollo, que ya se ha convertido en uno de los proyectos militares más costosos del Pentágono.
Según los últimos datos del Ministerio de Defensa, EE.UU. ya ha gastado 395.700 millones de dólares en este proyecto iniciado en el año 2001 para la creación de un caza furtivo cuya explotación fue aplazada hasta 2016 debido a numerosos retrasos y problemas técnicos.
Varios analistas estadounidenses opinan que debido a los estrictos requerimientos para el nuevo avión impuestos en su mayor parte por el Cuerpo de Infantería de Marina, el F-35 no superará a aviones de combate rusos y chinos más viejos que tienen mayor velocidad y autonomía y son más maniobrables.
El director del programa de supervisión estatal del Proyecto Strauss de reforma militar, Winslow Wheeler, expresó en agosto que en un combate relámpago los F-35 son "demasiado pesados y están demasiado mal armados".
Desde mediados de los años 90 el Pentágono es totalmente dependiente del éxito del proyecto del F-35, diseñado para compensar la reducción de su flota de aviones de combate, diseñados y construidos en gran parte en los años 70 y 80, tanto los maniobrables F-16, como los blindados A-10 y también los AV-8B Harrier de los Marines, cazabombarderos de despegue y aterrizaje vertical de primera generación.
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