Pese a la falta de auspiciadores, algunos programas deportivos locales son muy populares. "Porque los sirios lo dejan todo para ver un partido de fútbol, la gente siria dividida por la crisis hace todo para ver, por ejemplo, un clásico [de la Liga española de fútbol] entre el Real Madrid y el FC Barcelona. El fútbol y mi programa juegan un rol muy importante para unir a la población siria", comenta Kouteiba Arrifai, presentador de un programa deportivo.
Pero no solo estos programas son un oasis de distención para los sirios. Pese al temor que les implica salir de sus casas y al riesgo efectivo de circular por las calles del país durante la noche, ellos no dudan en acudir a un bar cada vez que hay un clásico de fútbol.
Cada familia tiene al menos un mártir. Por eso nos da vergüenza reírnos o gritar
Y son fanáticos del Real Madrid o del FC Barcelona, e incluso de varios clubes latinoamericanos. El fútbol local ya no tiene el nivel de antes, recuerdan con nostalgia. Sin embargo, no importa quién gane el partido, lo primordial es que ellos logran algo de tranquilidad.
"Tengo amigos que han muerto camino al trabajo, o en sus casas. Es mejor eliminar este horror y olvidarnos de las malas noticias que salen en los medios de comunicación. Salimos para abandonar este ambiente de guerra, para dejar la tristeza", relata Hassan Irsan, un joven aficionado al fútbol.
En el inicio del conflicto, el fútbol era también un arma de evasión. Pero la realidad de ahora es que la guerra ha marcado profundamente sus vidas.
"La gente ya no se anima ni grita como antes por la misma situación: cada familia tiene al menos un mártir. Por eso nos da vergüenza reírnos o gritar", dice por su parte Kinan Alasadi, un residente de Damasco.
Por más que luchen contra esta guerra y saquen fuerzas para reunirse en un bar a animar casi en silencio a equipos extranjeros, el fútbol, a diferencia del conflicto en el que viven, acaba con el pitido final. El silbato les recuerda que afuera hay violencia y que posiblemente se van a jugar la vida camino a casa, pero para ellos esa distracción valió la pena.