El concepto 'robots letales autónomas' (LAR, según sus siglas en inglés), promovido por ingenieros militares, consiste en el desarrollo de una nueva generación de 'robots de combate' cuya tecnología permita seleccionar autónomamente los objetivos de ataque.
Como explica Joshua Foust, periodista y exanalista del Pentágono, el aspecto fundamental de este tipo de tecnología armamentística está relacionado con la protección 'anti-hachkers', ya que un drone autónomo funciona gracias a una inteligencia artificial avanzada que le permite tomar decisiones propias, sin comunicación directa vía satélite con el operador, lo que impide el control de los drones por parte de terroristas o de un potencial enemigo.
"Si el sistema de un avión no tripulado es lo suficientemente sofisticado, podría ser menos emocional, más selectivo y capaz de proporcionar la fuerza de una manera que logra un objetivo táctico con el menor daño", indica Samuel Liles, profesor de la Universidad Purdue.
No obstante, Heather Ruff, de la Universidad de Denver, advierte que los drones autónomos no son lo suficientemente sofisticados como para distinguir entre la población civil y terroristas, lo que entraña una amenaza para su uso en los conflictos no convencionales.
En mayo de 2013 uno de los relatores especiales de la ONU, Christof Heyns, propuso impedir el desarrollo de robots de combate completamente autónomos por representar una amenaza vital para la paz. Asimismo la campaña contra los robots de combate ha sido promovida por la organización privada 'The Human Rights Watch' y apoyada por varias sectores de la sociedad civil.