"Ser hipócrita va a costarle más a EE.UU." en la era de las filtraciones

La hipocresía es de los principales componentes del 'poder blando' de Washington, o sea su capacidad de convencer a otros países en la legitimidad de lo que haga. Pero la época de la hipocresía fácil ha terminado y va a costarle más a EE.UU.
Así lo consideran los analistas políticos Henry Farrell y Martha Finnemore en un artículo publicado en la reciente edición de la revista 'Foreign Affairs' titulado: 'El fin de la hipocresía. La política exterior de EE.UU. en la era de las filtraciones'. 

Los autores comparan la hipocresía estadounidense con el 'aceite lubricante' que es imprescindible para que sigan girando los mecanismos del sistema mundial que constituyó Washington. Este sistema, precisan, por un lado se fundamenta en el poderío de EE.UU. y por el otro está legitimado por sus ideales liberales.

"Por supuesto –dicen– EE.UU. no es el único hipócrita en la política internacional. Pero la doblez de EE.UU. conlleva unas consecuencias mucho más serias que las de otros estados". Es así porque la mayor parte del mundo vive ahora en marcos de aquel sistema, sostienen en el artículo.

Otra diferencia es que todos en las élites nacionales sabían lo que estaba haciendo EE.UU., pero simulaban no saberlo. El enorme impacto que han tenido las filtraciones del proyecto WikiLeaks y las realizadas recientemente por Edward Snowden es que la hipocresía dejó de ser un instrumento fácil de usar en las relaciones internacionales. Y es que muchos líderes han declarado su indignación por el modo de actuar estadounidense y ya no podrán volver a ignorar lo que está pasando. 
 
EE.UU. no es el único hipócrita en la política internacional. Pero la doblez de EE.UU. conlleva unas consecuencias mucho más serias 
Por otro lado, pronostican Farrell y Finnemore, la crítica pública puede instar a "que EE.UU. se ponga a barrer para adentro, lo que pondría en peligro el orden mundial existente". "Es más –advierten– EE.UU. puede castigar a aquellos que indiquen la inconsecuencia de las actuaciones de Washington al romper las relaciones comerciales con ellos o de algún modo diferente". 

Precisamente este peligro, a juicio de los autores, obliga a los aliados de EE.UU. a expresarle sus dudas a puerta cerrada y en charlas privadas. "Sus enemigos señalan de vez en cuando los defectos de EE.UU., pero ellos mismos no podrían jactarse por su alta moral", continúan los analistas. "Mientras, las quejas de Rusia y China apenas son capaces de hacer que alguien se maraville por su política más honesta". 

Las revelaciones de Snowden, recuerda el artículo, no dejaron otra opción a China sino expresar públicamente su desaprobación por la conducta estadounidense. Durante una rueda de prensa posterior a aquella serie de publicaciones un portavoz del Ministerio de Defensa chino admitió que el escándalo "descubrió el rostro verdadero y la conducta hipócrita" de EE.UU. en el área de la seguridad cibernética.