Discierne los artefactos tanto pegados al cuerpo, como los colocados en bolsas, lo que se logra a través de los escáneres de microondas y un sistema de control. Esos dispositivos registran en tiempo real todas las anomalías en la composición molecular de los objetos o personas que estén a la vista. A su vez, el software regula todos los sensores, centraliza y combina los datos recobrados y, siempre que detecte algo inusual, activa la vigilancia con cámaras de video y refuerza la sensibilidad de los mismos detectores.
Según señaló el servicio informativo de la OTAN en un comunicado, el éxito del programa de investigaciones conjuntas marca un importante hito en su cooperación con Rusia. El objetivo de esta tecnología, que ha estado en desarrollo durante cuatro años, es evitar ataques terroristas como los que tuvieron lugar en el transporte público de Londres, Madrid o Moscú.
Su punto fuerte, agrega la Alianza, es que facilita detectar explosivos sin detener el flujo de pasajeros en el metro, los aeropuertos o los complejos deportivos. La persona que lleve un material peligroso será localizada, identificada y rastreada durante el tiempo necesario para que los servicios especiales la detengan.
El comunicado señala también que el STANDEX "cumple íntegramente las leyes internacionales de seguridad". Este mecanismo de vigilancia es la primera tecnología de prevención del terrorismo desarrollada en el mundo cuya eficacia ha sido comprobada en el transporte subterráneo de una de las ciudades europeas (aunque la OTAN no precisa cuál).
Los trabajos científicos y experimentales exigieron una inversión de 6,6 millones de dólares que aportaron países como Estados Unidos, Francia, Italia, Reino Unido, Rusia y Turquía y la OTAN como organismo supranacional. En su desarrollo participaron laboratorios y empresas alemanas, francesas, italianas, neerlandesas y rusas.