En efecto, a los médicos les dijeron que su código ético que indica en primer lugar "lo primero es no hacer daño" no se aplicaba, ya que no estaban tratando a personas enfermas.
El informe establece como principales culpables al Departamento de Defensa y a la CIA, que instó a su personal sanitario a dejar de lado cualquier escrúpulo en aras de la recopilación de información y demás prácticas de seguridad que causaron graves daños a los detenidos, desde el submarino hasta la privación de sueño y la alimentación forzada.
La investigación, que duró dos años, asegura que el Departamento de Defensa denominó a los involucrados en los interrogatorios como "agentes de seguridad" en lugar de médicos. Los galenos y las enfermeras estaban obligados a participar en la alimentación forzada de los presos en huelga de hambre, en contra de las reglas de la Asociación Médica Mundial y la Asociación Médica Americana.
Los médicos y psicólogos que trabajan para el Departamento de Defensa fueron obligados a violar la confidencialidad del paciente y compartir lo que sabían sobre la condición física y psicológica del detenido con los interrogadores.
El analista José Manzaneda, del portal Cubadigital, considera que EE.UU. saldrá impune de este escándalo debido a la falta de presión política a nivel mundial.
"Las consecuencias de este informe serán nulas, como en casos anteriores, porque las presiones políticas sobre EE.UU. como violador sistemático de los derechos humanos en el mundo, son escasas", asegura Manzaneda.
Por su parte el sociólogo Pedro Alberto García Bilbao afirma que este caso muestra la degradación absoluta de la moral del gobierno de EE.UU. y de los médicos que trabajaban bajo sus mando.