El sector de las amapolas de opio que se procesa para obtener heroína desempeña un papel cada vez mayor en la economía y la política de Afganistán, lo que socava dos objetivos clave de EE.UU.: la lucha contra la corrupción y el debilitamiento de vínculos entre la insurgencia y el narcotráfico.
Mientras las fuerzas estadounidenses se retiran de Afganistán los insurgentes luchan encarnizadamente por recuperar el terreno perdido en la provincia de Helmand, el centro de la industria de la amapola de Afganistán, según funcionarios militares de Estados Unidos.
En su último informe sobre Afganistán presentado al Congreso, el Pentágono advirtió que se esperaba que la cosecha de amapola en 2013 fuera "considerablemente" mayor comparada con la de 2012.
¿Alimenta EE.UU. el terrorismo?
El informe de julio señala que la demanda sigue siendo alta, que las redes de contrabando de drogas siguen siendo resistentes y que "la penetración de los insurgentes en el mercado es muy amplia y se expande".Funcionarios estadounidenses defienden como pasos positivos la creación de un organismo de policía antinarcótico y un tribunal especial antidroga en Afganistán para impedir el comercio. Sin embargo, la sostenibilidad a largo plazo de estos esfuerzos es incierta, ya que Occidente reevalúa los niveles de gasto en Afganistán después de 2014 tras el fin de su misión en el país transfiriendo la responsabilidad por la seguridad a los afganos.
"Lo que me preocupa es saber si la comunidad internacional se da cuenta de la importancia de este problema para la inestabilidad y la seguridad global", dijo Haroon Rashid Sherzad, ministro adjunto antidroga de Afganistán.
"Ellos deben entender que la economía de las drogas está alimentando el terrorismo, desestabiliza la región y la situación global", agregó.
Mientras tanto, expertos coinciden en destacar que EE.UU. no ha sabido llevar a buen puerto su misión en Afganistán. En general, el futuro de Afganistán tras la operación de la OTAN suscita muchos debates: los estadounidenses creen que no estará vinculado con los talibanes, mientras que los talibanes creen por su parte que no predominarán los valores occidentales. Según los expertos, el futuro, en todo caso, no parece claro.
Los analistas destacan que Afganistán no es la primera víctima de la democracia estadounidense y que las consecuencias de su operación quedaron claras desde el comienzo, señalando que, en particular, Afganistán se ha convertido en un estado productor de heroína debido, precisamente, a EE.UU.
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