Cinco millones de toneladas de escombros, compuestos por restos de casas, botes y toda clase de objetos pertenecientes a los miles de damnificados por el tsunami en Japón, fueron tragados por el océano aquel mes de marzo, de las que más de un millón de toneladas de restos flotantes sigue navegando hacia la costa oeste de EE.UU.
Mientras que los primeros escombros documentados de la tragedia que atravesaron el océano ya han sido encontrados en las costas de California, los científicos temen que este nuevo hallazgo signifique que podría haber mucho más por llegar y que podría arribar todo a la vez.
La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) dio a conocer sus conclusiones actualizadas la semana pasada mostrando la gran isla flotante al noreste de las islas hawaianas. Científicos de la NOAA añaden que un grupo de escombros más grandes y menos concentrados se extiende desde Alaska a Filipinas.
Uno de los mayores temores de los estadounidense frente a la llegada de escombros flotantes es la posibilidad de que estén contaminados con radiación de la planta nuclear. Sin embargo, las mediciones hechas hasta el momento con contadores Geiger no han arrojado evidencia de radiación en los objetos encontrados.
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Algunos de los elementos que se desplazan más fácilmente han sido documentados al arribar a las costas de California a partir de 2011. En abril, un barco de 5 metros encalló en Crescent City, California, y fue identificado formalmente como un bote que pertenecía al programa de ciencias marinas de la escuela de Takata en la ciudad japonesa de Rikuzentakata.
En total, 27 artículos de entre los más de 1.600 reportados han sido ligados con pruebas fehacientes al tsunami, dijo Keeley Belva, portavoz de la NOAA.
Los elementos confirmados incluyen una pequeña embarcación que se encuentra en aguas de Hawái, una motocicleta que llegó a la orilla de la costa de la Columbia Británica y un balón de fútbol que fue encontrado en una isla de Alaska con el nombre de su dueño escrito en él, un estudiante de 16 años residente en la ciudad de Rikuzentakata, fuertemente afectada por el tsunami.