Según publicó el periódico 'The Independent', aunque normalmente suelen culpar del retraso al gabinete del Reino Unido, "fuentes de alto rango en los círculos diplomáticos estadounidenses y británicos dejaron claro que son la Casa Blanca y el Departamento de Estado de EE.UU. los que se negaron a permitir cualquier tipo de desclasificación de correspondencia y conversaciones claves entre George W. Bush y Tony Blair en los períodos anteriores a la guerra en Irak y posteriores a la misma".
El diario indica que esto pone al actual primer ministro, David Cameron, en una posición embarazosa, ya que al parecer "se ve obligado por orden de Washington a prohibir la inclusión de pruebas en el informe final de la prolongada y costosa investigación británica".
A principios de este año, 'The Independent' reveló que los primeros borradores del informe cuestionaban la versión oficial de los acontecimientos que condujeron a la guerra en Irak, país al que Blair ordenó enviar tropas formadas por 45.000 efectivos para derrocar el régimen de Saddam Hussein.
El periódico asegura que los documentos clasificados ahora proporcionan pruebas cruciales que confirman "los fragmentos en los que se critica que Blair enviara en secreto tropas británicas para realizar la invasión liderada por Washington".
Un alto cargo explicó a 'The Independent', bajo la condición de mantener el anonimato, la posición de EE.UU. en esta materia: "EE.UU. tiene un fuerte instinto de posesión en lo referente a los documentos relacionados con el presidente estadounidense o con cualquier persona de su entorno".
"Tony Blair participa en un diálogo en muchos de los documentos y, por supuesto, siempre hay alguien al otro extremo de la línea, es decir, el presidente, por lo que estos documentos no pertenecen a Blair ni al Gobierno británico, y no tienen derecho a publicarlos", indicó el alto cargo. Por lo tanto, añade el diario, "ni Chilcot ni nadie en Londres puede decidir qué documentos vinculados con los presidentes de EE.UU. deben ser publicados".
La semana pasada, Chilcot subrayó ante el Gabinete de ministros que aún no puede establecer la fecha de publicación de los resultados de la investigación, justificándose por ello en los complicados debates con el Gobierno sobre la desclasificación del material que quiere incluir en el informe o publicar junto con él.
Los autores del informe actualmente se enfrentan a una difícil elección que les imponen tanto Washington como "el deseo del Gabinete de no alterar la llamada 'relación especial' entre el Reino Unido y EE.UU." El diario prevé que como consecuencia de esta situación, se publicará un "informe neutro en la primavera del próximo año, que absolverá efectivamente a Blair de todos los errores políticos graves, ya que no contará con pruebas sólidas para apoyar las críticas". La otra opción sería que el informe aparezca tan extremadamente recortado que se convierta simplemente en un documento sin sentido.