El equipo de desarrolladores norteamericanos está dirigido por el autor del concepto de la electrónica temporal, el profesor John Rogers. Según el científico, la creación de los dispositivos microelectrónicos capaces de autodestruirse en un plazo restrictamente determinado ha iniciado una nueva era en el campo de la técnica electrónica.
Todos los componentes de esta tecnología innovadora -los sustratos, conductores y semiconductores- se fabrican de materiales solubles en agua y de metales químicamente activos, que jamás se utilizarían en la producción de la microelectrónica tradicional. Sin embargo, para los dispositivos de autoliquidación la capacidad de oxidarse y descomponerse es una característica muy valiosa. Con ello, la velocidad de autodesintegración depende del espesor y la densidad de la seda purificada -un material del sustrato- y del embalaje del aparato.
Anteriormente, los científicos implantaron un chip experimental bajo la piel de un ratón enfermo. El diminuto aparato destruyó el epicentro de la inflamación en el cuerpo del roedor y desapareció después de cumplir con su misión. Se necesitan implantes similares para el diagnóstico y control de las infecciones de heridas, por ejemplo, en los hospitales militares.
La DARPA ya ha presentado un primer ejemplar de sus dispositivos de nueva generación -un microcircuito de silicio, magnesio y seda,- del tamaño de una uña. Al entrar en contacto con el líquido, se pliega en forma de un tubo y luego el sustrato, los transistores y diodos se autodestruyen. Este ingenio se disuelve completamente en un vaso de agua en muy poco tiempo.
Para iniciar el proceso de autoliquidación de los dispositivos se recurre al agua, pero esto supone un reto para el uso de la nueva tecnología en aviones no tripulados y otros exploradores robóticos. Los 'drones' deben llevar a cabo sus tareas independientemente de las condiciones climáticas y efectuar su autodesintegración estrictamente en el plazo especificado o tras recibir una orden vía radio.