La nueva ronda de conversaciones sobre el tratado de libre comercio Asia-Pacífico (TPP, por sus siglas en inglés) arrancó este 19 de noviembre en la ciudad estadounidense de Salt Lake City sin llamar mucha atención pública. Si los representantes de los países llegan a un acuerdo, éste regulará el comercio entre 12 estados miembros, entre ellos México, Chile, Perú y EE.UU.
No obstante, un documento filtrado la semana pasada por WikiLeaks muestra que, pese a los evidentes beneficios comerciales, la parte más controvertida del acuerdo puede imponer limitaciones severas al uso de internet, obligando a los proveedores a suprimir contenidos a instancias de los propietarios de derechos de autor.
Asimismo, algunos analistas indican que el TPP sigue un patrón común que las empresas multinacionales ya han perfilado en otros acuerdos de este tipo como el proyecto de acuerdo de libre comercio e inversiones entre EE.UU. y la UE (TTIP, según sus siglas en inglés). Cabe señalar que una característica de estos acuerdos es la escasa transparencia de las negociaciones, que discrimina a la sociedad civil al ignorarla en las consultas.
Como indica Maira Sutton, analista de 'Global Policy', "un punto clave de todo ese secretismo es que innumerables disposiciones perjudiciales del TPP para los usuarios no salen a la luz […], mientras que la redacción de estas políticas solo toma en cuenta las preocupaciones de las empresas".