Según el informe, se espía a diversos grupos sin fines de lucro, entre ellos de las áreas de protección medioambiental, interés público, control de armas, pacifistas, derechos de los animales y otros. Entre las corporaciones que vigilan a los activistas figura la Cámara de Comercio de EE.UU., Monsanto, Wal-Mart, Bank of America, Coca-Cola, Chevron, Burger King, McDonald's, Shell, BP y otras que "han sido relacionadas con el espionaje o han planeado espiar a organizaciones sin fines de lucro, activistas y denunciantes". Para llevar a cabo la vigilancia privada estas empresas contratan a exagentes de la NSA, CIA y FBI.
¿Quién va a controlar a las fuerzas de la anarquía corporativa que socavan las actividades de los defensores de la justicia sin fines de lucro?
Uno de los grupos que ha sido blanco en la mayoría de los casos, y por una serie de diferentes corporaciones, es Greenpeace. En la década de los 90 Greenpeace fue rastreado por la firma de seguridad privada Beckett Brown International (BBI) en nombre del productor de cloro más grande del mundo, Dow Chemical, debido a la campaña de la organización ecologista contra el uso de cloro para la fabricación de papel y plásticos. Según el informe, el espionaje incluía "el hurto de documentos de los contenedores de basura, introducción de los agentes encubiertos en las filas de los grupos, la recogida de los registros telefónicos de los activistas y la penetración en las reuniones confidenciales".
Otras oficinas de Greenpeace en Francia y Europa fueron 'hackeadas' y espiadas por empresas privadas de inteligencia francesas por encargo de Electricité de France, el mayor operador mundial de plantas de energía nuclear, cuyo 85% pertenece al Gobierno francés.
Las compañías petroleras Shell y BP también contrataron, según el informe, una empresa de investigación privada con "vínculos estrechos" con el MI6 para infiltrarse en Greenpeace mediante la implantación de un agente que "se hizo pasar por un simpatizante de izquierda y director de cine". Su misión era la de "socavar los planes de las actividades de Greenpeace en contra de los gigantes del petróleo", incluyendo la recopilación de "información sobre los movimientos de la embarcación de motor de Greenpeace en el Atlántico norte".
"En efecto, las empresas ahora son capaces de replicar en miniatura los servicios de una CIA privada, usando los servicios de oficiales retirados de la inteligencia.[…] Las empresas son ahora capaces de contratar a una empresa privada con su capacidad policial, que apenas se ve limitada por las normas legales y éticas, y la utilizan para subvertir o destruir grupos cívicos. Esto en gran medida erosiona la capacidad del sector cívico para contrarrestar el enorme poder de las élites empresariales y acaudaladas", resume el autor del informe, Gary Ruskin.
"El espionaje corporativo en contra de las organizaciones sin fines de lucro es un abuso flagrante del poder corporativo que está subvirtiendo la democracia. ¿Quién va a controlar a las fuerzas de la anarquía corporativa que socavan las actividades de los defensores de la justicia sin fines de lucro?", pregunta irónicamente.