Nelson Mandela, el hombre que le cambió la cara a un mundo 'en blanco y negro'

Sacrificando su propia libertad, Nelson Mandela consiguió equiparar los derechos de blancos y negros en Sudáfrica. Sin embargo, el camino hacia esta meta fue muy largo y tortuoso.
De una pequeña tribu a la facultad de derecho, y de una celda carcelaria a la residencia presidencial, Mandela se forjó como un luchador inquebrantable, hasta convertirse en toda una leyenda a lo largo y lo ancho del mundo.  

"Su nombre se hizo verdaderamente conocido por todas partes", explica Vladímir Shubin, vicedirector del Instituto de países de África y Asia. "Una vez yo estuve en el pueblo de Vyvenka, que está en el norte de Kamchatka, y un joven activista dijo señalando a la tele: 'Mira, ésa es Winnie Mandela, la mujer de Nelson Mandela'. Hasta en rincones tan lejanos de la Unión Soviética la gente lo conocía", relata.
 
Nelson Mandela fue el primer hijo de la familia que pudo recibir educación superior. Inspirado por las ideas de la equidad racial, Mandela encabezó el movimiento por la resistencia pacífica frente al régimen de 'apartheid'. A principios de los años 60, desesperado por la falta de concesión alguna por parte de las autoridades, organizó un grupo armado antigubernamental llamado Lanza de la Nación.
 
En 1964 fue acusado de intentar derrocar al Gobierno y fue condenado a cadena perpetua. Mientras Nelson Mandela estuvo encarcelado, la URSS fue uno de los pocos países que apoyó a sus seguidores.
 
"Lo que más recuerdo de sus palabras es la frase: 'Nosotros no habríamos llegado donde estamos ahora, si no hubiéramos tenido el apoyo del Unión Soviética', lo que fue el reconocimiento claro de la contribución que nuestro país hizo en la liberación de Sudáfrica", explica Shubin.

En 1990 Nelson Mandela fue liberado por las nuevas autoridades sudafricanas. Los 27 años que pasó entre rejas no le hicieron cambiar su postura, sino que le dieron fuerzas renovadas para concretar sus ideales.
 
"Mi regreso me llena el corazón de alegría, pero al mismo tiempo vuelvo con un profundo sentimiento de tristeza... la tristeza de saber que ustedes aún sufren un sistema inhumano", dijo Mandela el 13 febrero de 1990, durante su intervención ante la nación.

Mandela continuó su lucha por el futuro de su pueblo y llamó a la comunidad internacional a abolir las sanciones económicas impuestas a Sudáfrica. Su contribución a la supresión del 'apartheid' y a la creación de las bases para una nueva democracia en Sudáfrica le valieron en 1993 el premio Nobel de la Paz. Además, se convirtió en el primer presidente de color del país, otorgando los mismos derechos a todos los sudafricanos, independientemente de su raza.
 
"Cuando estaba en prisión en la Isla Robben, leía libros com ilustraciones y en uno de ellos vio una foto del interior del Teatro Bolshói, que le pareció un paraíso. Se prometió a sí mismo que si sobrevivía a ese infierno, sin falta iría a Moscú y visitaría el Bolshói”, señala Vadim Lukov, embajador de Rusia en la república de Sudáfrica 1997-2000. Su sueño lo cumplió en 1999, cuando realizó su primer y único viaje a Rusia.  

La vida de Mandela es un ejemplo de cómo una persona puede oponer resistencia a todo un sistema estatal. Haberse impuesto frente a uno de los regímenes más crueles sin que se desatara una guerra civil en el país fue su principal hazaña, por la que mereció el profundo e incondicional respeto de gentes de todos los continentes. El 18 de julio, día de su cumpleaños, se celebra en todo el mundo como el día internacional de Nelson Mandela, una fecha especial para que las futuras generaciones no olviden su gran aportación a la paz y a la libertad.  

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