Así lo opina el investigador y enciclopedista canadiense Edward Struzik. Dijo en una entrevista concedida a RT en inglés que espera que impere el sentido común y que ninguno de los países de la región está interesado en desatar una guerra por esos recursos.
Comentó la cuestión con referencia a la solicitud que Canadá presentó la semana pasada ante una comisión de las Naciones Unidas reclamando su soberanía sobre extensas áreas del océano Atlántico y del océano Glacial Ártico. A nivel oficial, los canadienses incluyeron en sus pretensiones el Polo Norte y la mayor parte de la cresta de Lomonósov y de la de Mendeléyev.
"El calentamiento global derrite muy rápidamente los hielos del mar y abre rutas de navegación directas hacia Europa y Asia pasando por América del Norte que permiten llegar a esos mercados más rápidamente que a través del canal de Panamá", recordó el experto. Asimismo, dijo, convierte en accesibles recursos que antes no lo eran. "Por lo tanto, el futuro de la economía mundial depende en cierto punto del Ártico".
"La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar proporciona lo necesario para lanzar un mecanismo que resuelva el conflicto. Pero los países tienen diez años para presentar su reclamación y probablemente luego el comité regulador de la ONU tardará entre cinco y diez años en adoptar una decisión".
El problema, sin embargo, es que la recomendación no será vinculante, dijo Struzik. "De este modo, si Rusia está de acuerdo con Canadá pero Canadá no está de acuerdo con Noruega o Dinamarca, estos países tendrán que resolver sus diferencias diplomáticamente". Eso conllevará una ronda de negociaciones y las partes se perderán en disputas, mientras que los recursos disponibles serán explotados hasta que se agoten, supuso el experto.