El senador estadounidense John McCain, la subsecretaria norteamericana de Estado, Victoria Nuland, y la responsable de la política exterior europea, Catherine Aston, son solo tres de los muchos políticos occidentales que han pasado por Maidán en las últimos días mostrado su firme apoyo a los detractores del Gobierno.
"No tenemos dudas. Es nuestra posición. Si no se logra la asociación de Ucrania en la UE, ello tendrá efectos muy serios aquí en Ucrania y en las relaciones entre Ucrania y EE.UU.", declaró McCain, interviniendo en la Plaza de Independencia (Maidán).
El 29 de noviembre Yanukóvich anunció que no firmaría ningún tratado de esa índole con la Unión Europea y aseguraba que las actuales condiciones violaban los intereses del país.
Entonces fue cuando comenzaron las protestas en el centro de Kiev, y con ellas fueron apareciendo altos representantes europeos en Maidán que no escondían de qué lado estaban, algo que se asemeja a lo ocurrido en la llamada Revolución naranja de 2004, aunque en otro contexto.
La presión de Bruselas y de Washington se ha vuelto más y más explícita. El 30 de noviembre se produjo un punto de inflexión cuando la policía dispersó de forma brutal a decenas de manifestantes y Washington advirtió a Ucrania con imponerle sanciones si las fuerzas del orden volvían a golpear a quienes gritan en contra del Gobierno.
Sin embargo, para algunos analistas imágenes como estas contradicen las advertencias que el Capitolio formula a otros gobiernos.
Si bien las masivas manifestaciones en Maidán han centrado todas las miradas, éstas no representan a todos los ciudadanos. "Los políticos extranjeros van por el EuroMaidán agitando las conciencias y diciendo que solo hay un punto de vista, el de la Plaza de la Independencia. ¿Y cómo es eso? ¿Acaso nuestra opinión ya no importa a nadie? ¿No la tienen en cuenta?", señala Efim Fiks, diputado oficialista de Crimea.
Jorge García Castaño, concejal en el ayuntamiento de Madrid, cree que los ucranianos tienen que valorar el acuerdo de libre comercio con la UE tomando en cuenta la apertura de los mercados entre dos economías tan diferentes, lo que podría conllevar el deterioro de algunos de los sectores de su economía.
Maidán ha sido testigo privilegiado de los complejos intereses que están en juego en Ucrania. Su privilegiada posición geopolítica no es un secreto, pero hay quienes piensan que quizá Washington y Bruselas están yendo demasiado lejos en su apuesta a favor de una de las partes.