Un grupo de científicos estadounidenses llegó a esta conclusión tras estudiar las sustancias químicas en el agua que llega a las viviendas cercanas a los lugares donde se aplica la fractura hidráulica. Sin embargo, esta no es la única amenaza que conlleva el polémico 'fracking'.
Rupturas, fracturas, grietas y destrucción son algunas de las habituales consecuencias de los terremotos, fenómenos de la naturaleza contra los que no se puede luchar, ni mucho menos controlar. Pero ¿y si fuera la mano del hombre la causante de esos movimientos bruscos?
Varios sismólogos coinciden en que la probable razón para que se produzcan este tipo de temblores podrían deberse a la fracturación hidráulica: un polémico método de extracción de gas que cada vez encuentra más enemigos a su paso. Uno de los colectivos que se han convertido en unos grandes detractores de este método son los ciudadanos del estado de Texas, ya que sufren los efectos en su propia piel.
"Esto es como vivir al lado de una bomba de relojería. No nos dicen cuándo comenzará el 'fracking', o cuales son los procedimientos de emergencia si algo malo pasa", sostiene la residente Maile Bush.
Los representantes de la industria gasífera y petrolífera aseguran que no existen vínculos entre los terremotos y la extracción de recursos. No obstante, esas aseveraciones no les suenan nada fiable ni a científicos ni a los vecinos de esta zona. Y es que los temblores se hacen cada vez más frecuentes en puntos donde no solían registrase antes convirtiéndose en una auténtica pesadilla para la población.
Y pese a que algunos han corrido la suerte de salvar sus casas hay otros muchos que cada día ven más dañadas sus casas y se ven obligados a quedarse en la zona al no poder vender su propiedad dañada y en amenaza constante.
De acuerdo con las advertencias de los sismólogos, la situación puede empeorar. La fracturación contamina las aguas subterráneas y el entorno ya que el método consiste en inyectar una mezcla de agua, arena y sustancias químicas dentro de las grietas que contienen gas o petróleo. Un peligro que se denota a simple vista pero sobre el que hacen la vista gorda las grandes corporaciones. Mientras los ecologistas se debaten entre el desánimo y la reivindicación.