Irlanda lleva mucho tiempo protestando contra el funcionamiento de la planta nuclear británica de Sellafield. Según Greenpeace, los efluentes de la estación han convertido las aguas irlandesas en unas de las más contaminadas del mundo, aunque el país no produce energía nuclear. Los pescadores denuncian mutaciones en los peces, lo que, aparte de ser un desastre ecológico, les causa pérdidas económicas.
El motivo para el pleito es el plan de apertura de una nueva serie de centrales nucleares en Somerset.
Hasta ahora los intentos de los activistas irlandeses no han tenido éxito. Por ejemplo, en 2006 la UE bloqueó el intento de Irlanda de llevar el problema a la ONU y cerrar la estación de Sellafield. Sin embargo, ahora la situación es más favorable: en 2014 entran en vigor enmiendas al Convenio de París sobre responsabilidad civil en el campo de la energía nuclear. Según esta enmienda, los irlandeses que sufrieron por la planta atómica pueden presentar su pleito a la Corte Suprema británica y demandar el pago de una indemnización de hasta 1.000 millones de libras (cerca de 1.640 millones de dólares).