Cuando le solicitaron que las aprobara, Rizzo contempló rechazar algunas de ellas, sobre todo las "más aterradoras y terribles" como la técnica de tortura bajo el agua conocida como 'el submarino'. Sin embargo, a pesar de que admite que prohibirlas "habría sido una cosa relativamente fácil de hacer", decidió (mientras se fumaba un cigarro puro y caminaba por la sede de la CIA) que el uso de la mayoría de las prácticas debía seguir adelante.
Estuve en la CIA lo suficiente como para desarrollar un instinto sobre lo que podría meter a la CIA en problemasEl eufemismo de las TIM se convirtió en un famoso medio de tortura respaldado por la administración de Bush. Rizzo reconoce que supo de inmediato, incluso antes de que dichas técnicas salieran a la luz años después, que la CIA iría más allá de los límites al aplicar dichas prácticas. "Estuve en la CIA lo suficiente como para desarrollar un instinto sobre lo que podría meter a la CIA y a su gente en problemas. Y esto tenía escrito 'problemas' en letras enormes y sin precedentes, por todas partes".
En su confesión, Rizzo afirma que el único alto funcionario del Gobierno de EE.UU. de aquella época que cree que no estaba bien informado sobre las TIM era el propio presidente Bush. "Él no estuvo presente en ninguna de las reuniones del Comité de Directores y ninguno de los directores en cualquiera de las sesiones durante este periodo comentó nunca que el presidente supiera algo de ellas".
No obstante, en su libro 'Puntos de decisión', Bush escribió que el por entonces director de la CIA George Tenet le facilitó una lista de las técnicas de interrogación en 2002, dos de las cuales decidió vetar por su excesiva crueldad, según relata él mismo.