2013, el año en que EE.UU. perdió el liderazgo geopolítico

Varias pérdidas geopolíticas de Estados Unidos en el ámbito global marcaron el año 2013. El país norteamericano se retiraba en todos los frentes, defendiendo solo de palabra su condición 'exclusiva' en el mundo.
Una gran desilusión para la clase política estadounidense fue el regreso al poder en Egipto de los militares. En Washington predominaba la certidumbre de que el presidente Mohamed Morsi mantendría el poder con firmeza, recuerda el experto del proyecto analítico Odnako.org Alexánder Teréntiev. Barack Obama apostó por los islamistas radicales, coqueteaba con ellos y fue un error.

No solo en Egipto, sino en todo Oriente Medio, según los datos de Gallup Media, la aceptación pública de EE.UU. empeoró incluso en comparación con los meses finales de la época de George W. Bush.

Antes del golpe de Estado en El Cairo el presidente sirio, Bashar al Assad, era considerado como el último líder nacionalista árabe que hacía frente a los islamistas y combatía por los valores cívicos, pero el péndulo se inclinó hacia otro lado. Y el propio líder sirio celebró el cambio de poder en Egipto, que percibió como el "derrumbe de la idea de un islam político".

Los acontecimientos en Siria sirvieron de un "momento de rotación" en el liderazgo mundial de EE.UU., cree el analista ruso. Obama estaba a punto de envolverse en una aventura en Oriente Medio apoyando la causa del islamismo radical. En el último instante se agarró a la iniciativa del presidente ruso, Vladímir Putin, sobre el desmantelamiento del arsenal químico de Damasco. 

Pero el repentino cambio de actitud dejó a Obama con el papel de un personaje a la deriva en la opinión pública. Eso induce al analista Teréntiev a sospechar que el presidente estadounidense dedicará el resto de su segundo mandato a desquitarse de Putin, quien pudo fácilmente ganarle el juego y logró a ser el protagonista principal en los asuntos internacionales.

Después de que Putin triunfara con la iniciativa pacífica rusa para Siria, Obama también quiso ser un foco de paz y con este fin se puso a preparar el gran negocio con Irán, induciendo a que frenara algunos trabajos en sus plantas nucleares. Los politólogos llegan a hablar de una posible alianza de los dos países, similar a aquella que existió entre los EE.UU. de Nixon y China de Mao, según el exagente de la CIA Robert Baer. 

Puesto que EE.UU. está superando paso a paso la dependencia del suministro de hidrocarburos desde los países del golfo Pérsico, no tendría sentido mantener el apoyo a las monarquías de la región, que cuesta muchos esfuerzos e inversiones financieras a Washington. Pero abandonar el rumbo de las últimas décadas no le será nada fácil a Obama: tendrá que lidiar contra las corporaciones petroleras, la industria militar y el 'lobby' que busca perpetuar el 'status quo'. 

El mayor proyecto geopolítico del primer plazo presidencial de Obama, el 'reinicio' de las relaciones entre EE.UU. y Rusia, ha sido definitivamente sepultado. Hubo una evidencia de eso el pasado verano, dice el experto ruso. A su juicio, es dudoso que los líderes de Rusia y EE.UU. logren encontrar un lenguaje común, ya que no tienen ningún punto común entre sí: Putin vive en un mundo real, mientras que Obama en otro, idealista.

La actitud de Moscú prácticamente en cada cuestión de la política mundial fue apoyada en 2013 desde Pekín. En Occidente se habló cada vez más a menudo de que el enfrentamiento encubierto entre EE.UU. y China pasó a ser abierto. Pero en realidad, cree el experto, Rusia y China son dos superpotencias regionales que buscan reforzar su liderazgo, respectivamente, en Eurasia y en Asia Pacífico y no en el ámbito global.

En un incidente en el océano Pacífico del año pasado un buque de guerra estadounidense por vez primera tuvo que ceder el paso a una escuadra de buques chinos. De otra manera hubiera significado un conflicto abierto, ya que los militares de la República Popular estaban decididos a seguir su rumbo sin alteración.

En EE.UU. nadie lamentó el fallecimiento del líder de Venezuela, Hugo Chávez, cuya muerte también sucedió en 2013. Algunos políticos la percibieron como un golpe que afectaría a la alianza izquierdista regional contra el dominio de Washington. Pero la muerte del carismático mandatario no cambió nada en el desprestigio de EE.UU. ante los ojos de los países de América Latina. Es más, Brasil se mostró dispuesto a sustituir a Venezuela como líder de la integración regional.