Indocumentados que deseen cruzar la frontera, tienen seis segundos
El muro de la frontera entre México y Estados Unidos no resulta suficiente para garantizar la seguridad ciudadana, ni para detener el flujo de la inmigración ilegal, además la situación de los pasos fronterizos entre ambos países se está complicando cada vez más.
Asuntos sin terminar, este podría ser el titular del estado en el que se encuentra la frontera entre México y Estados Unidos, y junto a la problemática social del inmigrante ilegal, ahora se incrementa el protagonismo de otras complicaciones en las latitudes del Río Grande: el tráfico de drogas y la violencia que amenaza en convertirse en terrorismo.
"Muchas veces los coyotes abandonan a las personas en medio del desierto y los indocumentados mueren de sed bajo el sol. Lo que nosotros procuramos es ayudar a estas personas porque al fin y al cabo, aunque violan la ley y cruzan la frontera, son seres humanos y nosotros tenemos que cumplir la labor de ser protectores, no sólo de la frontera sino de las personas", dice la oficial Karla Jonson, agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
Johnson, pasó una buena parte de su carrera en medio de una difícil disyuntiva: por una parte, su entrenamiento como oficial de la ley le autoriza a arrestar a cualquier persona que ingrese ilegalmente al territorio estadounidense, pues cada caso puede representar una potencial amenaza para la seguridad del país. Por otra parte, sus raíces hispanas le obligan a ser sensible a la realidad de algunos indocumentados que al cruzar la frontera pueden ser asaltados, abandonados por los contrabandistas o simplemente morir en medio del desierto.
"Las personas que tienen la intención de entrar ilegalmente al país, tienen seis segundos para poder hacerlo con éxito", señala la oficial.
Mientras todo esto sucede, la burocracia de Washington aún lucha por presentar una estrategia efectiva ante el problema. En noviembre del 2005, el Departamento de Seguridad Nacional estableció las bases de un proyecto multibillonario, que haría realidad una malla o muro a lo largo de la frontera entre México y EE.UU. de más de 3.100 kilómetros de extensión. Con un costo de 10 millones por cada 1,6 kilómetros de malla, hacia principios del 2009 menos de 900 kilómetros habían sido terminados, con varios segmentos inconclusos, especialmente en el estado de Texas.
Para Jim Millar, un hacendado que tiene varias acres de terreno agrícola a lo largo de la frontera en las afueras de Fabens, Texas, su principal problema es la seguridad de su propiedad. De acuerdo con el empresario, el vandalismo y los robos son frecuentes, pues su hacienda se encuentra a algunos metros del paso fronterizo y justamente en el área en la que el muro quedó inconcluso.
"Yo tengo miedo porque mi propiedad está en medio del fuego cruzado. Como pueden comprobar, a medio camino hacia estas instalaciones, se acaba el famoso muro que los del gobierno ni siquiera se preocupan en terminar. Una cosa es estar allí firmando documentos, otra es estar aquí enfrentándote a los criminales", dice Millar.
En Marzo del 2010, la Casa Blanca anunció la congelación de los trabajos de construcción del muro, mientras que los fondos del proyecto serían gastados en cámaras de vigilancia, sensores y radares, esenciales según el agente Rubén Jauregui de la Agencia de Seguridad Nacional, quien además reconoce como esenciales para su trabajo y su agencia, pues garantizan la seguridad de las vías de ingreso al país.
"Nuestra labor es detener a aquellos individuos que traigan sustancias ilegales, armas, semillas o plantas dañinas para la agricultura local. Pero tenemos mucho trabajo y a veces el número de oficiales no es suficiente para cumplir esta labor”, sostiene Jauregui.
Pero a medida que el tráfico de drogas, el contrabando de armas y la inmigración ilegal se incrementan proporcionalmente a los problemas internos en México, la primera línea de defensa, es decir la frontera, se hace un lugar cada vez más caótico.
De acuerdo a un documento de la Comisión de Derechos Humanos del estado mexicano, en los últimos 13 años, mas de 5.000 inmigrantes indocumentados han perdido la vida en el cruce fronterizo.
Este paso de ingreso entre la frontera de ambos países es uno de los más congestionados, pues cada día más de 30.000 vehículos y hasta 16.000 peatones lo cruzan. Es tan popular porque es uno de los pocos que no cobran por concepto de ingreso. Sin embargo, la demanda implica que el gobierno tendrá que incrementar el número de oficiales y tecnologías para atender el flujo diario.
De acuerdo con los pronósticos, a medida que la situación en México y otros países al sur del Río Grande se hace mas difícil, un promedio de entre 400.000 y un millón de personas intentaran entrar a Estados Unidos cada año, y con un número superior a los 10 millones de indocumentados, que actualmente viven en el país, el inconveniente se hace mayor, como también el riesgo para quienes defienden las fronteras y buscan que se cumpla la ley.