Desde el pasado mes de noviembre en la ciudad de Azle, en Texas, se han registrado al menos 30 sismos, uno de ellos el temblor más fuerte que sacude el área en los últimos cinco años.
Los residentes de la zona y numerosos científicos sospechan que la producción de gas natural mediante la extracción hidráulica es culpable de ello y han querido alzar su voz en contra este polémico procedimiento. Por ello, se congregaron este martes en Austin, la capital del estado de Texas, para exigir a las autoridades que se ponga fin al 'fracking', una práctica consistente en inyectar en el subsuelo grandes volúmenes de agua a profundidades superiores a los tres kilómetros para poder liberar el gas subterráneo y que, en su momento, ya se relacionó con una serie de sismos registrados en diversas zonas de Ohio el año pasado.
La extrabajadora de la industria petrolera en Texas Sharon Wilson aseguró que "la correlación entre el aumento del 'fracking' y el aumento de los sismos es muy obvia".
Según explicó, quienes se oponen a este método de extracción hidráulica tienen tres demandas: el cese de la inyección de aguas residuales hasta que la ciencia permita prevenir terremotos relacionados con la misma, el acceso al público de todos los datos sísmicos y que los responsables de llevar a cabo el 'fracking' no queden impunes por los daños ocasionados.
El número y la intensidad de las protestas contra la fractura hidráulica aumentan en países como EE.UU., Canadá, Rumanía y el Reino Unido, a medida que salen a la luz informes sobre los riesgos de provocar sismos, cáncer y otros problemas de salud y ambientales que conlleva el empleo de esta técnica.