La tristemente célebre cárcel de Guantánamo debería haber sido cerrada hace varios años. Por lo menos, eso es lo que esperaban los estadounidenses de Barack Obama cuando votaron por él en 2008. Fueron muchos los que creyeron en su promesa preelectoral. Sin embargo, esas puertas no parecen tan fáciles de cerrar.
La cárcel de Guantánamo se encuentra en el territorio de la base militar que fue instalada por EE.UU. en Cuba hace más de un siglo. Mientras que Washington justifica su presencia en la isla caribeña con un acuerdo firmado entre los dos países en aquel entonces, La Habana insiste en que ese documento fue pactado bajo presión y denuncia la ilegalidad del complejo.
Actualmente en la cárcel en Guantánamo continúan recluidas 155 personas. A muchas de ellas ni siquiera se les han presentado cargos. Varias organizaciones de defensa de los derechos humanos acusan al Gobierno estadounidense de torturar tanto física como psicológicamente a los reos.
Además del aspecto moral, esta prisión supone un enorme gasto para los contribuyentes de EE.UU. Cada interno le cuesta al presupuesto estatal unos 800.000 dólares al año frente a los 35.000 con los que se mantiene a un preso en los centros penitenciarios en territorio estadounidense.
Aunque numerosos activistas de todo el mundo llevan más de 10 años exigiendo la clausura de este centro de reclusión, hoy en día poca gente cree que la promesa de cerrarlo se llegue a cumplir algún día.