El pequeño, que sufre epilepsia desde su nacimiento, perdió la habilidad de hablar y comía como un animal en el suelo por los descuidos de sus padres alcohólicos. Esta es la historia de Zhenia de 13 años de edad de la ciudad de Nizhny Nóvgorod. Allí todos comparan su historia con la de Mowgli.
“Las condiciones en las que vivía este niño ponían en riesgo su vida y su salud”, afirmó el representante de la fiscalía, Alexéi Glavinski. “Hasta 2009 era una familia media, normal. Luego sus padres se volvieron alcohólicos y dejaron de cuidarlo. Hay que subrayar que desde la más temprana edad el niño padece graves enfermedades”, explicó.
Cuando a fines del año pasado la justicia irrumpió en la vivienda de la familia Barsukov, alertados por un vecino, las autoridades se encontraron con el lamentable espectáculo. El pequeño de 13 años estaba sólo, sucio, asustado, hambriento, no podía hablar y no entendía nada de lo que le decían.
“Siempre tenía hambre, no iba a la escuela, incluso perdió la habilidad de hablar”, cuenta la vecina de los Barsukov. "Parecía el niño salvaje de la película. Andaba casi desnudo. Era un niño totalmente salvaje. Comía plátanos y naranjas sin pelar, ni siquiera sabía qué eran frutas”.
Hasta principios del 2009 la abuela de Zhenia se encargaba de su cuidado. Según los informes, mientras ella vivía, su educación fue normal, se comunicaba sin problemas y llevaba una vida sin sobresaltos. Pero cuando la mujer murió, sus padres enfermos de alcoholismo se olvidaron por completo no sólo de sus propias vidas, sino también de la de su hijo.
“Tres días el niño estuvo durmiendo en la misma cama con su abuela ya muerta”, dice una vecina. “Los padres no informaron a nadie y no llamaron a ningún servicio.”
Durante los últimos seis meses el estado de salud del niño empeoró notablemente. La epilepsia que sufre desde que era un bebé y un retraso mental que pasó de leve a grave, por la falta de estímulo son las principales preocupaciones de los médicos del hospital psiquiátrico infantil, que por ahora están al cuidado del niño. Los ataques de epilepsia se volvieron más frecuentes y él dejó de comprender lo que estudiaba.
Sus padres perdieron la patria potestad. Hoy siguen viviendo en las mismas condiciones y ni siquiera dan signos de comprender la gravedad de lo que ha ocurrido. Liubof, su mamá, sólo atina a llorar cuando se le nombra a Zhenia, o se le recuerda que ella y su marido compraban alcohol con el dinero estatal otorgado para los medicamentos del niño.
“Quiero que vuelva, haré todo lo posible para que esté en casa de nuevo y que todo sea como antes cuando paseábamos y jugábamos”, lamenta.
La justicia investiga ahora no sólo la responsabilidad de los padres. Al menos 6 personas más, responsables de los organismos encargados de la asistencia social a la niñez, serán investigadas por negligencia. Ya que aunque todos estaban al tanto de la situación, ninguno dio el aviso correspondiente para rescatar al niño de ese hogar. El juicio comenzará en unas semanas.