Radicales presentes en Maidán gritan que no se irán hasta que Yanukóvich renuncie

El movimiento radical ucraniano 'Sector de derecha' ha anunciado que seguirá luchando contra el actual gobierno. El líder del grupo extremista, Dmitro Yarosh, avisó sobre esta decisión a través de un mensaje en su página personal en Facebook.
"Estamos dispuestos a considerar la declaración de Yanukóvich como embaucamiento –afirmó–. La revolución nacional continúa. Y terminará acabando por completo con el régimen de ocupación desde el interior y consiguiendo un estado nacional ucraniano con un sistema del poder total del pueblo". 

Yarosh condena a través de Facebook que el mandatario no haya presentado en su reciente alocución su propia dimisión y anunciado la disolución del Parlamento, que a su juicio, son responsables de inacción durante la escalada del conflicto de varios días anteriores. Además, no se dice nada sobre la destitución y el castigo para los jefes de los cuerpos de fuerza involucrados, según el líder nacionalista, en las muertes de civiles.

'Sector de derecha' insiste también en la disolución del Partido de las Regiones y el Partido Comunista de Ucrania que abogan por la unión económica con otros países de la antigua URSS. Exige asimismo unas "garantías de seguridad a todos los participantes de la acción revolucionaria". 



Algunos medios de comunicación ucranianos asocian con el 'Sector de derecha' a los francotiradores que aterrorizaban a los vecinos de Kiev a lo largo de los últimos días. Presuntamente sus disparos se cobraron decenas de vidas en las calles de la capital ucraniana.

En un reciente comentario de los acontecimientos registrados en Kiev el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, destacó la postura especial del movimiento. "Declararon que no colaborarán con nadie, actuarán como quiera y actúan con métodos radicales y extremistas", admitió el jefe de la diplomacia rusa. Precisamente con motivo de una percepción positiva de ese grupo extremista por los socios occidentales el titular ruso vinculó su acusación de "dobles estándares" a EE.UU. y la Unión Europea.