México es el sexto país del mundo en reservas de gas pizarra, contando con unos 150 billones de metros cúbicos, según los cálculos de la Administración de Información Energética de EE.UU.
Ante el inminente auge de nuevos proyectos energéticos augurado para los próximos años, el problema de la seguridad en las zonas de extracción ha pasado al primer plano.
En 2013, la petrolera paraestatal Pemex descubrió al menos 539 sifones ilegales en los oleoductos del estado de Tamaulipas.
Ahora que el presidente Peña Nieto, que ha acabado con el monopolio de Pemex, que duró 75 años, abriendo así las reservas de esquistos bituminosos a los intereses extranjeros y privados, debe prestar atención a dos carteles de drogas: los Zetas y el Cartel del Golfo, que controlan los territorios de esquistos.
Secuestros, extorsiones, asesinatos y el robo de petróleo por las pandillas causan preocupación por parte de los perforadores estadounidenses sobre las perspectivas de los proyectos de esquisto en Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León, según afirma el portal Quartz.
Durante años, algunos de los grandes proyectos energéticos de México se han enfrentado a las extorsiones de los carteles.
Pemex, que opera yacimientos convencionales entre Texas y el golfo de México, también ha sufrido el robo, a menudo perpetrado por las pandillas en complicidad con trabajadores petroleros.
Como resultado, la producción de crudo en México ha decrecido en un 25% desde 2004, según la agencia AP.
Los proyectos energéticos estuvieron en el punto de mira de la reunión en México esta semana de los dirigentes de EE.UU., Canadá y México, los tres países signatarios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).