La población de Ucrania, atemorizada por las actividades de los radicales

Tras la salida de Víktor Yanukóvich debido a las presiones de los manifestantes y la desmedida violencia que se vio a fines de febrero en Maidán, Ucrania vive al borde del abismo.
Desde Kiev, el autoproclamado Gobierno dirige a golpe de decreto a la sociedad ucraniana hacia Europa. Precisamente, el rumbo opuesto al que quieren tomar estos miles de manifestantes.
 
El sur y el este de Ucrania son testigos de manifestaciones que deslegitiman las directrices de Kiev.
 
Los lemas que llenan las calles de Donetsk, Lugansk o Járkov son entendidos como una provocación por los segmentos más extremistas de Maidán. Agrupaciones que tienen su reflejo en la clase política que, sin ir más lejos, acaba de decretar el cierre de los principales canales de televisión rusos argumentando, paradójicamente, que pretenden garantizar la seguridad informativa.
 
Probablemente, hechos como el ataque del líder del Partido Radical, Oleg Liashkó, a Arasen Klincháyev, diputado regional del Partido de las Regiones, ya no formarán parte de la agenda informativa ucraniana. No se trata de una pelea callejera, sino de un ajuste de cuentas político. El agredido es además uno de los principales activistas de la llamada 'primavera rusa de Lugansk'. 
 
Las amenazas de estos radicales preocupan a los manifestantes prorrusos en todo el país. En Donetsk encontramos otra historia de abuso por parte de las nuevas autoridades. Allí el gobernador, Pável Gubariov, está preso en las dependencias penitenciarias y se enfrenta a un proceso en el que las garantías judiciales brillan por su ausencia. Su mujer ha compartido con RT su miedo.

"Desde el principio fue un secuestro. Hubo múltiples irregularidades durante su detención: no le leyeron sus derechos, no explicaron quiénes eran, la persona que dirigía la detención exigió apagar las cámaras. Durante casi dos días no supimos dónde estaba mi marido. Luego nos dijeron que estaba en un centro de detención preventiva en Kiev", explicó.
 
La misma suerte afronta el exgobernador de Járkov, en prisión provisional acusado de comprometer la integridad territorial ucraniana. La ausencia de garantías legales está despertando preocupación en todo el país.
  
"Lo que pasa en Ucrania ya hace tiempo que ha superado cualquier marco legal. La toma del poder central en Kiev fue el punto de partida. Así que no hay que esperar que se acate la ley. Está claro que es una hipocresía. Cuando lo mismo sucedía en el oeste de Ucrania, los llamados 'líderes de las protestas' no fueron juzgados, mientras que en el este y el sur ahora vemos lo opuesto. La gente que está en el poder está haciendo lo que quiere. Definitivamente hay un doble rasero", dijo a RT Kiril Cherkashin, profesor de la Universidad Estatal de Donetsk. 

"Hago un llamamiento al nuevo Gobierno. Hoy en día la situación política y psicológica es muy complicada en el suroeste del país. Y cuando el Gobierno detiene a algún líder del este, no causa tranquilidad, sino que inflama aún más la situación en la región. Solo un tribunal independiente puede determinar, después de una completa investigación, si es culpable o inocente", dijo Rinat Ajmétov, un empresario ucraniano.

Oligarcas como Ajmétov expresan su preocupación ante la deriva que toma Ucrania, un país donde la intimidación y las amenazas están ya ligadas a las acciones de manifestarse y expresarse.