Por la parte europea el documento fue suscrito por el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. En tercer lugar firmó el primer ministro ucraniano en funciones, Arseni Yatseniuk, el designado por el Parlamento de Ucrania en ausencia del presidente legítimo.
Según explicó el propio político ucraniano, el país aplazó la suscripción de la sección económica debido a las consecuencias negativas que podría tener para las zonas industriales de Ucrania. Las partes se comprometieron a llevar a cabo consultas adicionales.
Yatseniuk celebró la firma parcial y dijo que con ella se buscó mostrar al mundo que Ucrania comparte los valores europeos "frente a una serie de retos económicos, políticos y militares". El objetivo final de Ucrania es convertirse en un Estado miembro de pleno derecho de la UE, agregó Yatseniuk.
Sobre los planes de firmar el resto de los capítulos del acuerdo dentro de medio año informó el ministro de Economía y Comercio en funciones de Ucrania, Pável Sheremet.
Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy, destacó en su cuenta en Twitter: "La firma de la parte política del acuerdo de asociación entre la UE y Ucrania simboliza la importancia de las relaciones [existentes] y las promoverá hacia el futuro."
"La mayor parte de los analistas realmente objetivos coinciden en que este acuerdo no tiene posibilidad de tener un camino de largo recorrido", cree el politólogo Txente Rekondo. "Hay que leerlo con cierta distancia, porque estamos ante una escenificación, más que ante una toma de decisiones que a medio o largo plazo pueda tener repercusiones en Ucrania, en Europa y en el conjunto del mundo."
El experto destaca que Occidente debe tener en cuenta que firma un acuerdo con individuos que no son capaces de mantener una política exterior, que "representan ciertos sectores de la población ucraniana, y no el conjunto de la población, ni siquiera el conjunto mayoritario representado en el propio Parlamento ucraniano". Por lo tanto, Rekondo pone en duda la legitimidad del documento firmado este viernes en Bruselas.