Las recientes investigaciones de la Policía mexicana demuestran que el tristemente conocido cártel de los Caballeros Templarios se dedicaba, entre otros crímenes a la extorsión, el secuestro de niños y el tráfico de sus órganos, informa el portal El Confidencial.
En los estados mexicanos más pobres, especialmente en zonas rurales con una gran índice de población indígena –como por ejemplo Quintana Roo, situado en la península de Yucatán– el secuestro de niños se considera el problema más grave, superando otros tipos de delincuencia.
"Es conocido por todos los investigadores científicos y los policías que hay un gran número de niños desaparecidos en México, especialmente en las rancherías, donde la gente indígena a veces ni siquiera habla español", asegura Leticia Quiroz, investigadora de la Universidad Goethe de Fráncfort.
Asimismo, los lazos que unen el elevado número de niños desaparecidos en México, la red de trasplantes ilegales y la actividad de los Caballeros Templarios se comprueba con la reciente detención en el estado de Michoacán de Manuel Plancarte Gaspar, involucrado en el tráfico de órganos y quien supuestamente es sobrino de Enrique Plancarte Solís, uno de los principales cabecillas de este cártel.
Según Antonio Mazzitelli, representante para México y Centroamérica de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, esta estrategia es lógica desde el punto de vista de la "'diversificación' de la actividad económica", ya que de esta forma, a través de la violencia, los cárteles logran controlar todos los mercados locales y no solamente el tradicional mercado de la droga. De esta forma, indica experto, los cárteles buscan otras "especialidades" que, además de trasplantes ilegales, incluyen el tráfico de hierro, la extorsión, secuestros y solo después el negocio de las drogas.