En tal caso, el programa espacial de la NASA, de acuerdo con la agencia estatal estadounidense, estaría condenado al fracaso.
Debido a la reciente reunificación de la península de Crimea con Rusia, las relaciones entre Moscú y Washington se han deteriorado considerablemente. Y una de las primeras víctimas de esta nueva 'guerra fría' podría ser la Estación Espacial Internacional, lugar de convivencia pacífica, a unos 400 kilómetros de altura, de astronautas rusos y estadounidenses, apunta el periódico israelí 'Haaretz'.
Esta semana el cohete portador ruso Soyuz debe transportar a la Estación a un estadounidense y a dos cosmonautas rusos. Mientras tanto, los funcionarios del sector espacial de ambos países están tratando de suavizar los problemas potenciales.
"Estamos seguros de que nuestras dos agencias espaciales seguirán trabajando de cerca, como lo han hecho a lo largo de los momentos buenos y no tan buenos de la relación entre EE.UU. y Rusia", dice un comunicado de la NASA de la semana pasada citado por Discovery News.
Sin embargo, las preocupaciones persisten. El Pentágono dispuso la semana pasada a la Fuerza Aérea que revisara la posibilidad de prescindir de los motores rusos RD-180 en los cohetes Atlas-V, que impulsan a los satélites militares en el espacio, en el supuesto de que Rusia suspenda su suministro.
El fin del programa del transbordador espacial de los EE.UU., en 2011, dejó a los estadounidenses sin un vehículo para transportar a la tripulación a la órbita baja de la Tierra, y no se espera un reemplazo comercial en funcionamiento antes de 2017.
EE.UU. necesita a Rusia para transportar a los astronautas a la EEI y actualmente paga un promedio de 70,7 millones de dólares por asiento, según un portavoz de la NASA. La fiabilidad técnica de la nave espacial rusa Soyuz es una razón clave por la que Estados Unidos no puede romper los lazos espaciales.
"Rusia es capaz de cesar este servicio en cualquier momento", dijo John Logsdon, miembro del Consejo Asesor de la NASA, estimando una probabilidad de tal acción del 20%-25%.
"Sería una catástrofe. Existe una dependencia mutua que proporciona una buena motivación para separar eso [relaciones en el espacio] de temas más generales".
El astronauta estadounidense Michael Hopkins acaba de regresar de la EEI, donde pasó seis meses. Él llama 'amigos' a sus colegas rusos y ve la cooperación como "muy fuerte". Las agencias espaciales de ambos países esperan que la simpatía personal les ayude para sobrevivir en tiempos difíciles, concluye 'Haaretz'.