Desalojados y lastimados, así lo denuncia un grupo de campesinos costarriqueños que asegura vivir en un campamento cerca de la finca El Aguacate en Liberia, en la provincia de Guanacaste. Y aunque no era de su propiedad, por lo que fueron expulsados en reiteradas ocasiones, afirman que cultivar aquellas tierras era el único medio que les quedaba para su subsistencia.
Aquí vinieron montones con bombas de gases lacrimógenos, golpearon a muchos heridos, los niños se ahogaban por el humo de las bombas y todo el mundo corría desesperado porque ellos venían corriendo detrás de nosotros
"Aquí vinieron montones con bombas de gases lacrimógenos, golpearon a muchos heridos, los niños se ahogaban por el humo de las bombas y los ojos les ardían, no podían ni ver y todo el mundo corría desesperado porque ellos venían corriendo detrás de nosotros", cuenta una de las campesinas, Clarita Matei.
"En el campamento uno está sufriendo a lo que venga, maltrato, aguantar hambre, porque uno no está como está en su casa, aguantando necesidades, frío, de todo. El último que se llevaron fue muy violento, con bombas que tiraron", asegura otro campesino, Leandro Loaiciga.
RT acompañó a estas personas al lugar donde ellos manifiestan haber construido varias viviendas y sembrar sus plantaciones. Además de pasar por un camino que es muy largo y boscoso, para acceder a las tierras que desean labrar los campesinos deben sortear cercas muy espinosas.
"Hay ayuda de organización, de dirección en lo que es la búsqueda y cómo resolver el problema agrario, pero la única salida es eso, que a través de las tomas de tierras, tierras que están ociosas que no están siendo trabajadas, es lograr ahí encontrar un medio para que el Estado, a través de la lucha social de la gente, tenga que darles tierra a los campesinos", explica el líder del Movimiento de la Reforma Agraria, Carlos Coronado.
Pero cuando entran los fiscales en esta historia, todo se complica. Según las pruebas recabadas por la Fiscalía durante la investigación del caso de desalojo, se trata de un caso muy intrincado donde mentira y verdad se entremezclan. Y entonces la historia de supervivencia puede fácilmente convertirse en la historia de una gran estafa.
"Nosotros hemos logrado determinar, que es algo que se ha acusado ante el juez penal, que estas personas no están allí desde hace mucho tiempo, estan allí desde el momento en que invadieron, y está la hora y la fecha de la invasión. No es cierto que hayan tenido una producción agropecuaria en el sitio, sino que lo que pretenden es a futuro", afirma la fiscal adjunta Liliana Zamora Velázquez, agregando que las pruebas que existen es que hicieron unos ranchos que pudieron haber tenido pocas horas de haber sido construidos.
Es más, el propietario de la finca denuncia que su familia ha sido la verdadera víctima en esta historia. "Ya en el año 2012 mi papá se comienza a deteriorar su salud y tal vez los rumores del pueblo, pensaban que no iba a tener hijos que lo iban a defender o ayudar. Y la cuestión es que todos los problemas empiezan en agosto de ese año, con una invasión de una manera violenta, cortando las cadenas del portón y los alambres", dice el propietario de la finca, Francisco Baltodano Cortés.
Su abogado Manuel Rey explica además que el caso de su cliente ya no es ninguna novedad en Costa Rica. "En realidad no tienen ningún interés en poner a producir la tierra, sino que lo que andan buscando es un derecho de propiedad para posteriormente con las fallas del sistema de tenencia de tierra puedan a su vez revenderlas a terceras personas". Esa historia, que es real en Costa Rica, lamentablemente generó también una pequeña cultura entre esa gente: lo hacen a la fuerza con la esperanza de que el Estado en algún momento negocie con el legítimo propietario, pueda comprar la finca, la fraccione y pueda distribuírsela a esas personas, insiste.
También dice que a veces, en tales casos, los supuestos campesinos no lo son en verdad. "Es gente manipulada, es gente de baja o nula escolaridad, hay muchos extranjeros, especialmente nicaragüenses, indocumentados, que son utilizados por ellos para hacer el acto de posesión. Yo no niego la posibilidad de que pueda haber gente que efectivamente sea engañada, gente muy sencilla a la que verdaderamente les gustaría trabajar la tierra, pero hay otros que se prestan para eso y no tienen esa finalidad", concluye.
Cuál de las dos partes tiene la razón y quién saldrá finalmente ganador en este litigio, lo dirá el tiempo. Lo cierto es que a esa parcela de tierra, por ahora, le sobran los dueños.