Argentina se ha visto envuelta en un debate sobre si se trata de una huelga legítima o de una extorsión de los sindicatos opositores a las políticas de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Hugo Yasky, secretario general de la Central de Trabajadores Argentinos, uno de los sindicatos que no se adhirió a este paro, aseguró que estos sindicatos quieren volver a las políticas neoliberales de ajuste. "Está claro que si volviéramos a las viejas políticas neoliberales, si volviéramos a las viejas dependencias con el Fondo Monetario Internacional y a la aplicación de las políticas de ajuste como se están aplicando en España, Portugal o Grecia, esto sería un desastre", sostuvo.
Los organizadores ya habían advertido que la huelga nacional pretendía, principalmente, dejar a la Argentina sin servicios de trenes, autobuses, vuelos nacionales e internacionales como parte de una protesta donde reclaman una mayor flexibilización en las negociaciones para lograr subidas en los
salarios acordes a los niveles de inflación, así como una modificación
en el impuesto a las ganancias que tributa gran parte de los asalariados
en el país.
Así, este jueves se ha paralizado el transporte público, un factor clave para que se suspendieran las actividades en los grandes centros urbanos, pues la gente que no cuenta con vehículo propio no ha podido trasladarse a su puesto de trabajo.
Los gremios han calificado su medida como un verdadero éxito, asegurando que más de un millón de trabajadores se ha acoplado al llamamiento. Sin embargo, el jefe de Gabinete del Gobierno, Jorge Capitanich, subraya que hay miles de personas que intentaron llegar a su trabajo, pero que no pudieron hacerlo por los cortes de ruta.
El funcionario recordó que la oposición utiliza una metodología de la Edad Media, cuando "los señores feudales establecían mecanismos que tenían que ver con impedimentos de acceso a la población a través de estos mecanismos de cobertura preventiva".
Cabe destacar que este debate se ha trasladado a las redes sociales como Facebook o Twitter. Mientras unos apoyan las huelgas, otros respaldan la administración de su presidenta al frente de la Casa Rosada.