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El Book Crossing conquista Moscú

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Moscú optó por aplicar la iniciativa de Copenhague, la capital danesa, famosa por el sistema de préstamo gratuito de bicicletas municipales que pueden dejarse en cualquier aparcamiento especializado después de usarlas.
El Book Crossing conquista Moscú

Moscú optó por aplicar la iniciativa de Copenhague, la capital danesa, famosa por el sistema de préstamo gratuito de bicicletas municipales que pueden dejarse en cualquier aparcamiento especializado después de usarlas.

En la capital rusa esta tradición fue transformada un poco: puesto que la bicicleta no puede ser un símbolo moscovita (a causa de las condiciones meteorológicas, pues la nieve en invierno no permite usar este medio de transporte), fue el libro, el compañero cotidiano de los viajes de sus habitantes, el elegido como un objeto de uso gratuito y público.

Los integrantes del movimiento Book Crossing (Circulación de Libros) dejan sus libros preferidos en lugares públicos para que cualquiera los pueda tomar, leer y de nuevo ponerlos en circulación.

En Rusia, la iniciativa fue lanzada en 2004, tres años después de que apareció en los EE. UU. promovida por  el especialista de tecnologías de redes, Ron Hornbaker. Hoy en día unos 800.000 activistas de 130 países en el mundo están involucrados en el movimiento.

El fundador de la página web rusa de Book Crossing, Víktor Fatkulin, comenta: “Los libros no deben permanecer en las estanterías porque cuando están inmóviles las ideas que contienen no se comparten. Por eso hay que tratar de divulgar los conocimientos (...). Espero que el libro que dejo libre le guste a otra persona y que le despierte las mismas emociones que a mí. Ojalá que la otra persona tenga el mismo interés que yo tuve en leerlo”.

Actualmente la iniciativa se realiza no solamente en Moscú, sino también en San Petersburgo, Novosibirsk, Krasnodar, Ufá, Ulán-Udé,Rostov del Don y otras ciudades que también fueron conquistadas.

La filosofía del movimiento no es simplemente ´liberar´ las obras literarias y hacerlas circular de forma gratuita, sino también seguir el destino de cada una de ellas. Los entusiastas no abandonan sus libros a su propia suerte, sino que los "anillan", igual que hacen los ornitólogos con las aves: cada libro lleva una etiqueta especial en el interior de la cubierta con un BCID (Número de Identificación de Book Crossing) individual, que permite identificar ese ejemplar concreto en la base de datos del sistema global. El destino del libro se sigue a través de sitios web especializados: las etiquetas llevan una petición para entrar en la página de Book Crossing y en la sección dedicada a este ejemplar se puede escribir un apunte para notificar el hallazgo. Una vez terminado de leer el libro, se pide que se suelte de nuevo a su suerte.

En Rusia muchas tiendas, cafeterías, clubes e incluso universidades (como por ejemplo la Facultad de Física de la Universidad de Lomonósov en Moscú) ofrecen estanterías "seguras" para el movimiento: estas mini especie de bibliotecas permiten elegir libros sin las formalidades comunes.

En la mayoría de los casos antes de poner un libro en circulación los entusiastas publican un anuncio en la web con todo tipo de detalles de la obra: sus "datos personales", como autor, título, edición, año de publicación y también lugar y hora de "liberación": de vez en cuando algunos ejemplares "exclusivos" resultan ser objetos de una verdadera cacería.

Seguidores de Book Crossing comentan que a pesar de que es mucho más divertido dejar y cazar las obras literarias en lugares inesperados, en Rusia esto no siempre es posible. Los "enemigos" principales son el clima (es decir la nieve o lluvias, lo que no puede ser remediado ni siquiera a través de un paquete resistente), o los limpiadores de calles, que no dejan ninguna "basura" en superficies públicas, ya sea en bancos o en acumulaciones de nieve.

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