"Esto no es más que el resultado de una política oligárquica, donde se premia y se paga con dinero y con honores a los servidores de los oligarcas y los poderosos, donde hay un desprecio al pueblo ucraniano, bien sean veteranos o bien de la cuenca del Don", comenta a RT Juan Antonio Aguilar, director del portal Elespiadigital.com. A su juicio, la "junta golpista" solo busca sus propios intereses.
Se paga con dinero y con honores a los servidores de los oligarcas y los poderososTodo empezó en Maidán. Las fuerzas radicales y nacionalistas estuvieron en la primera línea de los combates que provocaron la caída del presidente Víktor Yanukóvich. Y ahora esos mercenarios entran en las nuevas unidades militares y los mandan a luchar contra su propio pueblo. Su violencia culminó el pasado 2 de mayo en Odesa, donde quemaron la Casa de los Sindicatos en una tragedia que se cobró la vida de 46 personas. Otras 48 están desaparecidas.
Diferentes expertos creen que estos movimientos extremistas carecen de una ideología propia, que se trata de gente al servicio de quienes que les pagan. "Es una cuestión de táctica de grupos de desestabilización. Pueden ser fascistas en España o en Europa, pueden ser yihadistas en Oriente Medio, o pueden ser salvajes del cualquier otro lado del mundo", opina Aguilar.
El mismo experto recuerda que, según las encuestas, el número de partidarios del sector nacionalista en Ucrania, en realidad, no es tan grande. Aunque son pocos, se trata de mercenarios entrenados que han sido llevados a Ucrania para organizar la revuelta.
Pero Ucrania no es el único país que ha de afrontar este mismo problema. Diferentes países europeos, por ejemplo Alemania, tienen problemas similares. Y aunque son pocos los miembros de esas peligrosas formaciones, representan una gran amenaza.
Harold Weilnboeck, director científico de 'Cultures Interactive', sostiene que el hecho de que haya un par de miles de personas dispuestas a cometer actos violentos, es suficiente motivo estar preocupado, ya que, explica, "cada crimen en contra de una minoría no es solo un crimen individual, sino una amenaza abierta para toda la sociedad".
Han transcurrido sesenta y nueve años desde la caída del nazismo en la Segunda Guerra Mundial, pero parece como si el mundo aún siguiera combatiendo a los mismos demonios.