Todos los pueblos quieren mantener sus peculiaridades y es por eso que en las próximas elecciones al Parlamento Europeo los votarán en contra y los euroescépticos serán mayoría, pronostica Stürmer en su artículo en el diario 'Die Welt'.
"La identidad europea sí existe. Emana de la diversidad del continente y es su fuerza y su debilidad a la vez. Pero Bruselas no puede ser el responsable de definir qué es lo que debe formar a Europa. No son la Comisión Europea o los Consejos de ministros asociados quienes definen qué es la esencia de ser europeo, lo hacen las naciones junto con todas las propias contradicciones que tienen", acentúa el columnista.
Europa está en un solo continente, lo que, en teoría debe generar muchos rasgos comunes entre las naciones que lo habitan, pero al mismo tiempo es una colección de islas y penínsulas. Un vistazo a su historia muestra que se desarrolló como si estuviera dentro de una centrifugadora durante muchos siglos: son la competición y las contradicciones y no una concepción ideológica lo que define su cultura, argumenta Stürmer. "Siempre cuando surgía unidad de pueblos, no duraba mucho. Desintegraron tanto el imperio de Carlomagno, como el Imperio Romano. La gente no quiere rechazar su propia identidad, ni bajo Napoleón ni bajo Hitler", opina el periodista.
"Europa tiene recursos tanto espirituales como intelectuales. Pero estos recursos no se aumentan en caso de una mayor gestión y centralización: este modelo colapsó en todo el mundo hasta un cierto grado. La identidad europea existe, pero hay que concienciarla y, en caso de surgir tal necesidad, protegerla de la Comisión, de los Consejos de ministros y de la tecnocracia", concluye.