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Obama y Cameron: llamada a no polemizar con el vertido de crudo

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"Cálida y constructiva", conforme a Londres, fue la reciente conversación telefónica de media hora del presidente estadounidense Barack Obama con el primer ministro británico David Cameron. Sin ruido ni desentono, las partes acordaron que luego de la catástrofe en el golfo de México la prioridad
Obama y Cameron: llamada a no polemizar con el vertido de crudo

"Cálida y constructiva", conforme a Londres, fue la reciente conversación telefónica de media hora del presidente estadounidense Barack Obama con el primer ministro británico David Cameron. Sin ruido ni desentono, las partes acordaron que luego de la catástrofe en el golfo de México la prioridad en su relación, "extraordinaria en todos los niveles", sería hacer frente a los graves efectos medioambientales.

Según el comunicado difundido después de la llamada, Obama le dijo al primer ministro “que su punto de vista inequívoco es que BP es una compañía multinacional global y que las frustraciones generadas por el vertido de petróleo no tienen nada que ver con la identidad nacional”. Además, el presidente “dejó claro que no tiene ningún interés en socavar la valorización de BP”, algo que antes producía inquietud de la comunidad empresarial, así como del gabinete de Downing Street.

Varias horas más tarde el ministro británico del Exterior, William Hague, expuso en un programa de televisión nacional un vasto comentario de aquella conversación y llamó al público a dejar de lado la discusión sobre las supuestas tensiones diplomáticas o políticas y centrarse en las tareas de recuperación.

Hague aseguró que el Gobierno del Reino Unido estaba ayudando en el esfuerzo contra el vertido, generado por la explotación de la petrolera británica BP, con grandes cantidades de dispersantes para combatir la marea negra. Prometió hacer frente a las cosas de manera tranquila y ordenada.

Un punto de divergencia evidente quedó, sin embargo, sin explicación pública, mientras que cada parte se reservó su opinión.

Para Londres, el reparto de dividendos a los accionistas de BP es un tema puramente empresarial. EE. UU. solicita que la compañía reserve aquellos 7 mil millones de libras esterlinas (10.189 millones de dólares) que dedicaba a la concesión de dividendos antes de que se determine la suma total de indemnización que BP debería pagar a todos los afectados por el derrame de petróleo.

Se oyen con mayor frecuencia del lado británico los argumentos de que habrá más accionistas de la petrolera en EE. UU. que en el Reino Unido (un 40% frente a un 30%). De acuerdo con este punto de vista, la futura estabilidad financiera de la compañía debería ser algo que preocupará también a Washington.

Ni el resumen oficial, ni la transmisión televisada de la conversación entre Obama y Cameron, contienen una mínima sugerencia sobre la reacción del gabinete británico, ni de la administración de la multinacional, al ultimátum de 48 horas dado el sábado por el jefe de la Guardia Costera estadounidense, contralmirante James Watson, para que elabore un plan más enérgico para frenar el vertido de crudo que se estima en 40 mil barriles diarios. Obama no solidarizó públicamente con el enfoque terminante de los guardias costeros y apenas tocó el tema en la conversación dolorosa con Cameron.

Con esto, todos los participantes del operativo en el golfo de México por el lado estadounidense comparten la preocupación de que los planes actuales de BP no permitan la máxima movilización de recursos para resolver la situación.

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