"Si ni Gaddafi ni Al Assad cedieron ante Washington, ¿por qué decidieron allí que Rusia sí lo haría? Rusia no es Siria ni Libia. Washington es un matón que le dio una paliza a un niño de la guardería y se cree capaz de lidiar con un defensa de fútbol americano del colegio", escribe Paul Craig Roberts, exasesor del secretario del Tesoro durante el Gobierno de Reagan.
Los gobiernos de Bush y Obama destruyeron la reputación de EE.UU., que es visto como mentiroso y violento por otras naciones.
Ahora el mundo ve la amenaza principal en EE.UU. e Israel, que "se ubican muy por encima de Irán o Corea del Norte en la lista de Estados canallas".
El experto admite que EE.UU. busca transformar a Rusia en un Estado confederado, dividirla en varios Estados semiautónomos, cuyos políticos serán más fáciles de controlar.
El autor menciona la doctrina de Paul Wolfowitz que "considera a cualquier país fuerte como una amenaza para EE.UU., independientemente de si busca o no una asociación con EE.UU.".
De ahí la idea arraigada en la élite estadounidense de que Washington debe dominar en Ucrania y expulsar a Rusia de la región.
En caso contrario, correrá el riesgo de perder su prestigio y estatus de superpotencia.
Roberts señala que EE.UU., que fue incapaz de ocupar exitosamente Irak y Afganistán, tiene pocas perspectivas respecto a los territorialmente mayores Rusia o China en una guerra convencional. Por eso tendrá que apretar el botón nuclear.
Cabe mencionar que este mes Rusia realizó maniobras militares en las que las fuerzas espaciales repelieron un simulacro de ataque nuclear masivo con misiles intercontinentales y llevaron a cabo un ataque masivo en respuesta.
En caso de una guerra nuclear "los supervivientes, si es que los hay, agradecerán a los neoconservadores la eliminación de la vida en la Tierra", concluye el autor.