Bancos siguen dando créditos a productores de armas mortíferas
Más de 20.000 millones de dólares han prestado o han gestionado algunos bancos de todo el mundo para contribuir a la actividad de empresas, que están activamente involucradas en la creación de bombas de racimo.
Una vez que han sido lanzadas las bombas de racimo se abren en el aire dejando caer cientos de sub-municiones o pequeñas bombas de diversos tipos, matando y mutilando todo lo que encuentran a su alrededor. Las bombas pueden permanecer inactivas durante años y estallar mucho tiempo después de haber sido arrojadas, cuando ya acabó el conflicto y la gente vive su vida cotidiana. La peligrosidad de un área sembrada con este tipo de bombas ,casi iguala a la de un terreno lleno de minas.
“Una sola bomba puede cubrir un par de campos de fútbol, y muchas de ellas no explotan en el momento, transformando el terreno en un campo minado. Así, durante décadas continúa esta amenaza de herir y matar a la gente”, dice Thomas Nash, miembro de la ONG Cluster Munition Coalition.
El objetivo de las protestas de la gente es que los bancos tengan una política más firme respecto de los productores de armamento. Los expertos opinan que invertir en una determinada compañía, equivale a la participación en el proceso de la creación de esta arma implacable.
Según Esther Vanderbroek, miembro de otra ONG Netwerk Vlaaderen, el Deutsche Bank, ha asignado servicios bancarios de inversión por 400 millones de dólares, el Citigroup ha dado créditos por 570 millones a los productores de municiones de racimo, y tienen clientes que han invertido sus fondos fiduciarios en estas compañías. Ella opina que son los propios bancos los que deben dejar de involucrar a la gente común y corriente en este tipo de negocios, porque los clientes no quieren ser cómplices.
Dos de los bancos ingleses más grandes siguen invirtiendo en empresas-productoras de armas mortíferas. En los últimos 2 años el HSBC gastó más de 665 millones de dólares en valores de Textron, la compañía norteamericana productora de bombas de racimo. Mientras Barclays prestó 222 millones de dólares a Textron y 55 millónes a Lockheed Martin, la otra compañía que se ocupa de la fabricación de bombas.
Un año atrás 90 países llegaron a un acuerdo para prohibir el uso de este tipo de armas. Los Estados Unidos no se sumaron a la iniciativa, y solamente un cuarto de los países que firmaron el acuerdo convirtieron su promesa en realidad. Pero a pesar de las decisiones políticas, son los banqueros quienes realmente pueden cambiar el rumbo, dado que controlan los flujos monetarios y tienen las riendas del poder financiero.