Los científicos de dos universidades norteamericanas han calculado ese valor, llegando a la conclusión de que la clase media, cuyos ingresos promedio anuales rondan los 51.000 dólares, no influye casi de ningún modo en las decisiones del Gobierno.
Sin embargo, las autoridades sí que escuchan las opiniones de la clase adinerada, cuyos salarios promedian los 146.000 dólares anuales. Los ciudadanos con dinero o algún tipo de influencia política pueden llegar a formar un 'lobby'. Los expertos estudiaron casi 2.000 documentos aportados por las autoridades.
El dinero pesa más que la mayoría
En concreto, los análisis llevaron a la conclusión de que no importa cuántas personas de la clase media respalden los proyectos del Ejecutivo, el porcentaje de medidas aprobadas por los órganos competentes se establece de todas formas en un 30%. Sin embargo, con el crecimiento del respaldo de la clase alta, aumenta la posibilidad de que la ley entre en vigor.
Los objetivos de los 'lobbies' varían y no siempre coinciden precisamente con los intereses de los ciudadanos.
Es el caso de las grandes compañías energéticas, que se juntan para luchar por sus propios intereses ante el Gobierno. A menudo son acusadas de promover el 'fracking', un método de extracción de gas que se considera arriesgado para el medio ambiente.
La asociación nacional del rifle está a favor del uso de armas aunque casi la mitad de los estadounidenses, según encuestas, exige una legislación que lo restrinja.
Los 'lobbies' pueden dedicarse también a la política exterior. Así, muchos denuncian la existencia de una agrupación que apoya a Israel y defiende su política en el Congreso.
La lista podría ser larga, teniendo en cuenta que los estudios indican que puede tratarse de cientos de miles de individuos que intentan promover sus intereses, aparte de las organizaciones.