Margaret Howe Lovatt hizo parte del experimento de 10 semanas que tuvo lugar en las Islas Vírgenes de Estados Unidos, cuyo objetivo era enseñar a los inteligentes mamíferos cómo comunicarse con los humanos.
Lovatt reveló en un documental de la BBC que fue en 1963 cuando se acondicionó una casa como delfinario, lo que permitió a los investigadores estudiar a los animales de cerca, según el 'Daily Mirror'. Uno de ellos, llamado Peter, era un adolescente que se acercaba a la madurez sexual, según publica 'Daily Mirror'.
"A Peter le gustaba estar conmigo. Frotarse con mi rodilla, mi pie o mi mano, y yo se lo permitía", dijo la investigadora en una reveladora declaración casi 50 años después.
Otra parte impactante de la información que salió a la luz en la película radica en que su colega científico John C Lilly dio LSD a otros dos delfines involucrados en el experimento.
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Lilly afirmó que él les dio este poderoso ácido alucinógeno para "ver qué pasaba", y que los animales reaccionaron moviéndose en la superficie del agua, acercándose a él y adoptando posiciones flotantes nunca antes vistas.
En el momento del experimento, el doctor Lilly ya había escrito un 'bestseller' titulado 'El hombre y el delfín'. En ese libro se proclamaba que el cerebro de este mamífero era un 40% más grande que el de los humanos, que también podía temblar de miedo, controlar la ira e incluso era capaz de comprender el lenguaje humano.
Sus estudios fueron tan creíbles que el Gobierno estadounidense le autorizó a experimentar con los delfines inyectándoles LSD pues, si su teoría era cierta, debían reaccionar igual que el hombre ante los efectos de la droga.
La historia de amor entre Margaret y el delfín terminó en tragedia. Al terminar el experimento, Peter fue trasladado a Miami, donde su salud se deterioró a tal punto que, según cuentan los científicos que siguieron estudiando el comportamiento de los delfines en la Florida, un día decidió suicidarse, no respirar más y quedarse en el fondo del tanque donde habitaba.