Una operación militar realizada por las autoridades de Kirguistán en un pueblo de mayoría uzbeca, situado en los alrededores de la ciudad de Osh, dejó un saldo de 2 muertos y decenas de heridos. Según los vecinos de la localidad, los militares entraron en las casas en grupos de 15, reclamaron a los habitantes que se identificaran y se mostraron muy agresivos. En las calles del pueblo se produjeron tiroteos que causaron víctimas letales y heridos.
Kirguistán todavía está muy lejos de la tranquilidad. Según la última cifra oficial, los disturbios en el sur del país dejaron un saldo de 208 víctimas fatales, registradas hasta el día de hoy, y más de 2.000 heridos, 962 de ellos ingresados en hospitales. Resultaron destruidos casi 200 edificios y centenares de viviendas dañadas, tanto de ciudadanos uzbekos como de kirguisos.
Según la cifra oficial del servicio fronterizo de Kirguistán, el número total de ciudadanos de nacionalidad uzbeka que habían abandonado el país durante este período fue de 75.000 personas, mientras que la ONU informa acerca de unos 300.000 refugiados y unas 765.000 personas que se vieron obligadas a migrar a otras zonas dentro del país.
Las familias uzbekas y kirguisas se culpan unas a otras de iniciar los disturbios, pero se unen en una oración de paz por las víctimas y para reconocer la incapacidad del Gobierno interino de Kirguistán que no pudo parar esta guerra de etnias para evitar que la zona quede reducida a cenizas.
Sin embargo, a pesar de la complicada situación política, la ministra interina de Justicia de Kirguistán, Aída Salyánova, declaró que el 27 de junio se mantendrá, según lo previsto anteriormente, el referendo nacional sobre la nueva Constitución del Estado. Se presentarán a votación tres cuestiones: dos de ellas acerca de la Constitución y la tercera en torno a la candidatura de Rosa Otunbaeva, la actual mandataria interina del país, para la Presidencia.